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martes, 5 de mayo de 2020

NO saldremos mejores


Perdón por insistir
Perdón por la tristeza, como decía Sabina
No saldremos mejores. Saldremos más viejos y más gordos. Y también saldremos mas tristes y mas desesperanzados y saldremos muy cansados de aguantar al peñazo del vecino, que ya sabíamos que era incívico y mal educado antes del encierro, pero ahora lo ha demostrado cada día y cada hora del día. Ha salido la calle cuando le ha parecido bien. Ha recibido visitas de la familia en los momentos mas estrictos del confinamiento. No respeta los horarios establecidos ahora que podemos ir saliendo poco a poco y por edades. El y ella, claro  - los dos de la pareja son iguales, igual que los padres de uno y de otra - decidieron al principio que no había problema ni riesgo en que los abuelos vinieran cada día, dos veces al día a visitar a los nietos y a voces desde la verja del jardín saludaran a los niños que respondían a gritos felices, y todavía no culpables, de alegrarse de ver a sus abuelas y abuelos. Yo que ellos me habría sentido como los monos en el zoo. A los abuelos les faltaba tirarle los caramelos entre las rejas de la verja como si de una jaula se tratase.
Tengo un enorme coronavirus en el patio!
¡Maldito coronavirus! - ¡Está en todos sitios!
No saldremos mejores. Saldremos más pobres. A unos amigos informáticos, Jose y Rafa, le han hecho un ERTE.  Mis sobrinos, que trabajan en temas de turismo, han perdido sus trabajos, lo mismo que el marido de la señora que viene a hacer la limpieza, a ayudarme con la limpieza, que decía mi amigo el progre.  
 Mi amiga Rocío, donde voy por cuestiones estéticas, acababa de abrir su nuevo 'salón de belleza' unos meses antes del confinamiento. Era un bajo que su padre le había dejado y ella, con mucho primor y todos su ahorros y quizás un préstamo del banco, había convertido en un coqueto salón de estética donde hacer las uñas, la cera, masajes, la pedicura. Todo. La última vez que fui tenía tres chicas contratadas y ella de supervisora y de maestra en el arte de poner las uñas tan largas y arregladas como las de Rosalía. Ahora, qué pasará con ella y con sus trabajadoras. 
Qué pasara con Celia, la peluquera del barrio. También ha cerrado porque no puede costearse las nuevas medidas de protección. 
Qué pasará con nuestro bar favorito. Si en el pequeño lugar donde el Ayuntamiento le dio permiso para poner su terraza Antonio tiene que poner cuatro mesas en lugar de las ocho habituales, no podrá contratar a Paco, el camarero simpático que nos daba conversación incluida con las tapas y con la cerveza.
No saldremos mejores. Saldremos tan poco solidarios y generosos como siempre hemos sido. Porque estamos agotados, deprimidos y cabreados y porque nuestros políticos no nos han dado ejemplo de ser conciliadores y buenos gestores. No entendemos por qué pelean desaforadamente en un momento como este donde todos deberíamos trabajar juntos. Cada opinión cuenta, dicen. Pero hay veces que hay que tragarse la opinión propia en beneficio de todos. Eso pensaba yo antes de la crisis.
Antes de la crisis también pensaba que en esta primavera veríamos a los nietos jugar en el patio de casa, que viajaríamos con ellos a una casa rural en Cazorla, que los llevaríamos a ver la nieve en Sierra Nevada o al Cabo de Gata a ver la puesta de sol o al mercadillo ecológico del Salón o al huerto de Manoli y Emilio a recoger los tomatitos cherry. Ahora no los veremos en casa, y tampoco sé cuando los veremos en su nueva casa en Francia.
 Así que además saldremos más tristes.

domingo, 19 de enero de 2020

Made in China - PONGOS 2


Nunca supe ni cuanta gente vivía en la casa de enfrente, ni qué relación había entre ellos. Parecían  una gran familia: padre, madre, tíos, tías, hermanos, cuñadas y sus criaturas.
    Después de  unas semanas viviendo en la casa, empecé a distinguirlos y me di cuenta de que los habitantes mayores cambiaban: se iba unos y venían otros. Las criaturas siempre eran las mismas: cuatro, un adolescente, dos niñas pequeñas y un bebé. Éstos eran los más visibles porque salían cada mañana acompañados de un mayor camino del colegio o de la guardería.
Almacén exterior
       Tampoco supe nunca qué horario de trabajo tenían. Sé que eran los dueños del bazar chino  que había frente al Mercadona que estaba abierto todo el día, todos los días del año, incluidos domingos, festivos y Navidad.
       Supongo que por eso no tenían tiempo de limpiar la casa. El patio de delante y el garaje, que a veces se dejaban abierto, estaban llenos de toda clase de trastos: cajas, bolsas, palés, cartones, hasta ruedas de coche.
       A veces por la noche llegaba una furgoneta o un camión que descargaba su mercancía y lo dejaban todo amontonado en cualquier lugar de la casa, dentro o fuera. 
Una vez descargaron uno de esos frigoríficos para los refrescos que se usan en las ferias y ahí se quedó cuando se fueron hasta que llegó la nueva inquilina a ocupar la casa. Tuvo que alquilar un contenedor de basura para librarse de todo lo que encontró.

        Un hombre de mediana edad solía salir a fumar y a escupir a la puerta de la calle en los días más fríos del invierno. Supongo que no tenían calefacción y allí al solecito, estaba mejor que dentro de la casa.
        Como los niños iban al colegio y me los encontraba por la calle,  pronto pude hablar con ellos. Me enseñaban palabras en su idioma, me contaban cosas de su vida y me dijeron sus nombres. Aun no se los habían cambiado. Al poco tiempo, el hermano mayor me pidió que le llamara Eliseo, las niñas también se habían cambiado el nombre: una era Ana y la otra Vanesa. - Es más fácil así, me explicaron.
Pequeño detalle chino
Los padres, o los familiares mayores hablaban muy poco español. Cuando nos veíamos al entrar o salir de nuestras casas, solíamos intercambiar un breve saludo y una sonrisa. 
 
De todo
    Un día fui al bazar chino a comprar unas cajas de plástico. Eliseo estaba a cargo de la caja y entre cliente y cliente leía un libro. Le pregunté cómo le iban los estudios y dijo que estaba contento, que le gustaban mucho las clases pero que apenas tenía tiempo para estudiar y por eso se llevaba los libros a la tienda. Le pregunté por el que tenía al lado de la caja. 
La Celestina, dijo
 -" La Celestina", - dijo. 
         Le miré con lástima. Yo nunca había conseguido pasar del segundo capítulo ni en mis mejores días de estudiante de Bachillerato y él ¡ya lo estaba terminando! 
Volví al bazar chino por Navidad
Unos meses más tarde, ya cerca de la Navidad, volví al bazar chino para comprar unos marcos de fotos y adornos para la casa. La tienda estaba abarrotada como era habitual en esos días. Eliseo y su madre cobraban a los clientes. 
      Cuando me llegó el turno los dos me saludaron con una gran sonrisa. Hacía tiempo que no veía a la señora porque se habían mudado del barrio unos meses antes; su español seguía siendo muy básico, lo entendía, pero no lo hablaba bien y solo me dijo hola, inclinando la cabeza como un saludo ritual, pero me sonreía todo el tiempo. 
      Le dije que me alegraba de verla y de ver lo bien que estaban sus hijos. Eliseo se lo tradujo y ella volvió a sonreír. 
     Cuando me dio la vuelta de mi compra, Eliseo me entregó también un pequeño paquete.
- Es para ti. Mi madre quiere hacerte un regalo. 
      Lo abrí antes de retirarme de la caja. Unos cisnes de cristal ante un espejo era su regalo.
Cisnes de cristal
- Muchas gracias, le dije y también le sonreí mucho tiempo.

Ahora tengo que guardar mis pequeños cisnes porque valen muchas sonrisas.

martes, 26 de diciembre de 2017

Culillos de mal asiento



De colores

  Los vecinos de la Asociación cultural y viajera ‘Culillos de mal asiento’ de Albolote han elaborado con materiales de desecho esta colorida y original decoración de Navidad que han colgado en la Plaza del Padre Manjón
Culillos de Mal Asiento en punto de cruz

Si pensáis venir a verla os aviso de que la gente por aquí conoce a esta plaza por otro nombre: como cualquier paisano que se precie también la plaza tiene un mote : Plaza de seis dedos. Así os será mas fácil llegar. 
 
Unos detalles


Pero si os da pereza venir hasta Albolote, y eso que tenemos metro, os dejo  las fotos para que podáis disfrutar de estos simpáticos y curiosos adornos de Navidad como cualquier vecino del pueblo. Hasta pronto.
Con hilo, rafia o bolsas de plástico

Para animar un cielo muy nublado

lunes, 26 de febrero de 2007

El patio de mi casa ...

...es particular
cuando llueve se encoge
como los demás.

Y aquí tenéis la foto que lo demuestra:


domingo, 21 de enero de 2007

¡Ya estan aqui!

Regalo de mis vecinos
Como aquellos invasores, que procedían de un lejano planeta que se estaba extinguiendo y venían a la Tierra a acabar con los terrícolas y a apoderarse de ella. Exactamente igual: Ya están aquí. Es cierto que ya llevaban un tiempo entre nosotros. Al principio solo con unos cuantos restaurantes exóticos y baratos, luego unas pocas tiendas con objetos de bastante mala calidad, pero mas baratos que nadie, mas que las famosas tiendas de 'Todo a Cien'; a eso le añadieron después unas tiendas-quioscos de alimentación, chucherías y bebidas de horario ilimitado y situadas estrategicamente al lado de las zonas de 'botellón'; y luego llegaron mas restaurantes y mas bazares y mas tiendas, aún pequeñas. Pero ahora es diferente. Están en los mejores locales, en las zonas mas caras donde han abierto unos establecimientos enormes llenos de cacharros y de metros cuadrados, con mas variedad de objetos inútiles e incluso útiles que el mismísimo 'Corte Inglés', y los puedes encontrar en cualquier pueblo y ciudad.
¿Quienes son? ¡Mis vecinos, los CHINOS!
Llegaron al barrio hace poco mas de un año y abrieron una tienda inmensa donde puedes encontrar cualquier cosa que se te ocurra.
Ayer entramos a comprar unas cestas para el pan y, de paso, compramos un velero, un set de cajas de cartón para guardar ropa, dos carretes de hilo, unos clips, una cajita de chinchetas, una libreta para la lista de la compra, una cortina de bolas para la puerta de la cocina, una botella para tener agua en la nevera, cuatro marcos para la pared de la escalera, un cinturón para los vaqueros con estampado de leopardo, una bolsa de etiquetas adhesivas para los congelados, dos rotuladores indelebles, un bote de pegamento....., en realidad no lo compramos todo ayer, pero si en varias visitas desde que abrieron la tienda. ¡Y es que hay tantas cosas, y tan baratas!
Y despues de cobrarnos lo que habíamos comprado, mi vecina me entregó esta figurita diciendo: 'Un legalo pala ti'. Y yo la he puesto en un sitio especial en la casa y en este blog, para que todos la podais disfrutar. Espero que os guste tanto como me gusta a mi.