jueves, 29 de marzo de 2018

Agua

Punto de encuentro, la cola del súper
El jueves pasado una antigua alumna se acercó a saludarme en la cola del LIDL
Yo no conseguía recordar su nombre pero ella me lo dijo y enseguida empezó a contarme cosas del grupo de Tercero de BUP donde yo fui su profesora de inglés. Poco a poco fui recordando su cara de hace mas de veinte años. 
Charlamos mucho rato - la cola era larga. Fue una conversación muy agradable. Hablamos de los viejos tiempos, de sus compañeras de clase, de otros profesores del Instituto, del viaje de estudios. 
Me contó lo que había estudiado cuando terminó el Bachillerato y me habló de su trabajo ahora en una empresa de placas solares.
- Tengo muy buenos recuerdos de aquellos  años, --me dijo.
 - Aunque bebí mucha agua, añadió sonriendo.

 - ¿Agua? ¿Por qué? --le pregunté.

 - ¿Cómo es posible que lo hayas olvidado, Pilar?  Cuando nos portábamos mal, tú no nos echabas de clase, ni nos decías que saliéramos al pasillo o que nos fuéramos a la biblioteca. Nunca nos mandaste a  la Jefatura de Estudios ni nos ponías un parte. ¡Qué va, nada de eso!
  ¡Tú nos mandabas a beber agua!


Agua para relajarse y refrescarse

-  Date un paseo hasta los servicios, bebe agua y cuando te hayas tranquilizado vuelve a la clase, --nos decías.  
 - Y yo tuve que 'beber mucha agua', pero luego me tranquilicé.

Nos reímos juntas un rato con ese y otros recuerdos.

viernes, 23 de marzo de 2018

Hasta nunca


Hoy os traigo un cuento antiguo. Algunos detalles indican claramente que lo escribí hace muchos años. Podemos jugar a que vosotras lo leéis y en vuestros comentarios me sugerís cuales son estos puntos que se han quedado obsoletos. 
Este es mi cuento:


Ahora me dirá que lleva llamando por teléfono toda la tarde, que de hecho me llamó antes de salir para acá y que nuestro teléfono, cuando no está comunicando, no lo coge nadie, y que la culpa es de alguna de las chicas con las que comparto el piso. Yo se que eso no es verdad, que no ha llamado, que esa es una de sus mas conocidas excusas cuando llega tarde.
Sabes que estoy esperando

Porque él sabe que habíamos quedado en ir hoy a la inauguración de la exposición en la Galería de Arte a las ocho de la tarde, igual que sabe que tengo que escribir la crónica para la revista.

Sabe que durante estos quince días que han pasado desde la última vez que nos vimos, he mirado el teléfono muy fijamente, cuando nadie lo usaba, para ver si con mi concentración mental lo hacía sonar. Pero ni mi poder mental, ni mi esfuerzo por no pensar en eso o por decir, me voy al baño, me voy a la cocina, me voy a la calle, me podían hacer olvidar que hace dos semanas quedamos en volver a vernos y él no había dado señales de vida hasta hace un momento.

Son las ocho menos cinco y acaba de sonar el timbre de la puerta. Te he visto por la mirilla. Ya estoy arreglada. Ya tendría que estar abriendo la puerta corriendo como siempre, la sonrisa en la boca, el gesto de no te preocupes, no importa que sea tarde, ya sabes como son estas cosas, todavía estarán allí los artistas, aun tendremos suerte y nos darán una copa y un canapé, encontraremos taxi fácilmente o aparcamiento en la mismísima puerta, en fin, tu no te alteres, bastante alterada ya voy yo.
Sabes que estoy observándote

Ahora tu esperas en el rellano, miras el reloj y la punta de tus zapatos, te quitas las gafas, compruebas que el rótulo es el correcto. Sabes que hay alguien observándote porque has visto oscurecerse el puntito luminoso de la puerta, sabes que contengo la respiración.

 Pero no vuelves a llamar, miras a la puerta como si tus ojos tuvieran el poder de traspasar la plancha de acero que la dueña del piso hizo poner para blindar la casa, miras a través de ella porque sabes que estoy allí y no entiendes por qué no abro ya la puerta. Pero no lo dudas ni un minuto más. Te vas.

Ya te has ido y yo te veo marchar y respiro relajada hasta el fondo de mis pulmones, de mi tensión y mis angustias y te doy la despedida: “Hasta nunca.”

sábado, 17 de marzo de 2018

El fantasma del Hotel Villa Oniria


Hotel Villa Oniria - Antigua casa de los Méndez
Yo pensaba que mis palabras en este blog no las leían mas que cuatro o cinco personas y a ellas iban dedicados la mayoría de mis posts. Se que Ara, Tere y Mª Ángeles son fieles seguidoras de mi blog e incluso alguna vez me dejan un amable comentario. Pero tengo pocos lectores más, por lo que yo se.

Puerta de la Justicia recién restaurada
Fantasmas del pasado
Sin embargo hoy he descubierto que me han descubierto: mis antiguas amigas del colegio han llegado hasta aquí. 

Aunque yo por prudencia no quería contaros nuestras batallitas de entonces, de cuando eramos unas tiernas adolescentes en el Colegio de las Teresianas ni aun os he hablado del reencuentro '50 años desde la revalida' justo el año pasado, ahora, que se que me van a leer,  siento que tengo que terminar una historia que dejé pendiente hace ya bastantes años, una historia que sucedió en la Casa de los Méndez en la calle San Antón y que yo empecé a contaros en este blog.


Lejos de mi alcance
Al otro lado del Hotel Villa Oniria
Mis antiguas compañeras y amigas han llegado hasta mi blog porque la casa de los Méndez en la calle San Antón también es parte de nuestra historia compartida.  Nuestro colegio estaba unas manzanas más abajo, en dirección al río, pero recorríamos la calle San Antón arriba y abajo, sorteando coches y tranvía cuando salíamos o entrabamos al colegio y además, justo enfrente de esta casa, en el Veracruz - ¡que aun existe!-, tomábamos nuestras primeras cañas de cerveza los sábados cuando salíamos de clase. - ¡Entonces teníamos clases los sábados!

Expediente de rehabilitación
Otras ruinas en Granada - algo habitual

Así que todas conocíamos la casa, y la vimos vaciarse de moradores y más tarde la vimos abandonada y casi en ruinas.

El fantasma de las escaleras

La historia sucedió cuando mi amigo Antonio, al que habían encargado tomar medidas de la casa para rehabilitarla y convertirla en el hotel que es ahora, encontró un fantasma en la casa.

Él me contó que solía ir a la casa por las tardes, cuando terminaba de visitar las obras en donde trabajaba o de hacer trabajos en su despacho. Se paseaba por  aquella preciosa mansión abandonada con sus útiles de agrimensor. No había muebles, solo un piano y algunas sillas rotas, pero algunas cortinas aun colgaban en los grandes balcones abiertos al tráfico de la calle en los días de verano que le tocó trabajar en la casa.
En un salón se podía ver la huella de la chimenea, en otro la chimenea se había mantenido, pero estaba totalmente en ruinas. Muchos años de abandono, de ocupas, de polvo, telarañas y gatos. 

Una tarde de aquel verano oyó ruido en el piso de arriba: portazos, pasos, quizá era un gato o varios gatos correteando. De pronto el ruido cambió: se oía música. 


Monasterio de Santa Maria de Ripoll
Había un pianista en el Monasterio de Ripoll
No era una radio, alguien tocaba el piano que había visto en el salón del primer piso.
Subió despacio las escaleras, silenciosamente. Entró en la habitación. 

Un muchacho concentrado en la música  tocaba el piano como si fuera suyo, como si llevara haciéndolo muchas tardes o muchos días. 
Antonio se acercó -  ¿Qué haces ahí?
El muchacho dejó de tocar, se volvió -  ¿Quién eres tu? replicó sorprendido de haber sido descubierto.

El pianista explicó que había visto el piano en sus correrías por la casa vacía.  Desde hacia unos meses entraba por el tejado, bajaba por una escalera interior y tocaba el piano hasta que se hacía de noche. 
Al terminar su concierto salía de la casa por donde había entrado. No molestaba a nadie, nadie le molestaba a él. 


Otros jóvenes pianistas
Aquel había sido fue su ultimo concierto. Allí desapareció el fantasma para siempre.


Me gustaría saber si los huéspedes del Hotel Villa Oniria escuchan en las noches granadinas la melodía que aquel joven pianista dejaba en las teclas del piano solitario.

Todo esto es verdad. Yo solo invento lo que no se. 

lunes, 5 de marzo de 2018

Buscando el arco iris por la Vega con Nico

Ayer por la tarde Nico nos llevó de paseo en su nuevo vehículo. Dimos una gran vuelta por la Vega de Granada, desde casa hasta el aeropuerto y de allí a Láchar, Valderrubio, Fuente Vaqueros y regreso. 
Paseamos bajo nubes oscuras y algún chaparrón;  entre charcos, barrizales y choperas anegadas.
En algunos momentos el sol se asomó por las nubes y decidimos ir a capturar el arco iris. A veces hicimos las fotos desde dentro del coche, a veces pisoteando sembrados o saltando acequias. Fue una autentica aventura pero yo obtuve una buena recompensa, como podéis ver aquí. 
Y para rematar este Magical Mystery Tour nos tomamos un te con galletas a la salud de nuestro anfitrión.

Los colores del arco iris se derraman sobre la ciudad
Uno entero

En la Vega

Desde  dentro - Carretera de  Chimeneas

Entre arboles - cerca del aeropuerto

Puente sobre el Genil en Láchar
Nico disparando al arco iris

Barro y agua
Por Valderrubio

 También encontramos un Castillo