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martes, 29 de septiembre de 2020

Rodando cuesta abajo

Así vamos, rodando cuesta abajo

 No puedo expresar mis ideas, mi indignación, mi cabreo y mi impotencia sobre lo que nos está pasando en este puñetero país mejor que lo hizo Antonio Muñoz Molina en su artículo del domingo 27 de septiembre  en el PAÍS. Así que aquí dejo el articulo.

La otra pandemia

La política española es tan destructiva como el virus. Contra éste llegará una vacuna, pero contra el veneno español no parece que haya remedio. Si no hacemos algo, esta gente va a hundirnos a todos.

A cada momento la política española se va volviendo más tóxica que el virus de la pandemia. Día tras día, desde principios de este septiembre desolador, las noticias sobre el aumento de los contagios y las muertes las hemos visto agravadas por el espectáculo cochambroso de la discordia política, de la ineficacia aliada al sectarismo, de la irresponsabilidad frívola que poco a poco va mutando en negligencia criminal. La política española es tan destructiva como el virus. Contra el virus llegará una vacuna, e irán mejorando los tratamientos paliativos; contra el veneno español de la baja política no parece que haya remedio. Los científicos nos dicen que nuestro país tiene vulnerabilidades mayores que otros. Los epidemiólogos comparan cifras que nos sitúan a la cabeza de Europa en enfermos, en muertos, en sanitarios contagiados. Las instituciones económicas internacionales nos alertan de una recesión más grave que la de ningún otro país de la Unión Europea. Nuestra economía no había caído tanto desde la Guerra Civil. Una generación entera tiene en suspenso su porvenir porque no se sabe si podrán seguir abiertas las escuelas. Pero la clase política española, los partidos, los medios que airean sus peleas y sus bravatas, viven en una especie de burbuja en la que no hay más actitud que la jactancia agresora y el impulso de hacer daño, y el uso de un vocabulario infecto que sirve sobre todo para envenenar aún más la atmósfera colectiva, para eludir responsabilidades y buscar chivos expiatorios, enemigos a los que atribuir las culpas de todos los errores.

CRASH!

Es el virus el que mata, pero mataría muchísimo menos si desde hace muchos años la incompetencia, la corrupción y el clientelismo político no hubieran ido debilitando las administraciones públicas, expulsando de ellas a muchas personas capaces, sumiendo en el desánimo a las que se quedaban, privándolas de los recursos necesarios que acaban dilapidados en privatizaciones tramposas o en nóminas suntuosas de parásitos. El buen gobierno, la justicia social, necesitan lo primero de todo de una administración honesta y eficiente. Las mejores intenciones naufragan en la nada o en el despropósito si no hay estructuras eficaces y flexibles y funcionarios capaces que las mantienen en marcha. Un logro tan necesario como el ingreso mínimo vital queda empantanado por la indigencia de una administración desbordada. España es un país de discursos sonoros y de teléfonos oficiales que no contestan nunca, de asesores innumerables y centros de salud en los que falta material sanitario y hasta de limpieza, de dirigentes políticos que prometen el paraíso de la independencia o la igualdad y médicos que para subsistir han de firmar contratos de una semana o de un día. La Comunidad de Madrid tiene el ritmo de contagios más alto del mundo y su pomposo vicepresidente inaugura un dispensador de gel hidroalcohólico en una estación de metro. Ciento cincuenta científicos de primer rango publican en The Lancet un manifiesto en el que solicitan que las administraciones españolas hagan un examen completo, riguroso e independiente de la gestión de la pandemia en nuestro país. El manifiesto aparece a principios de agosto, cuando la curva de contagios ya está ascendiendo: ni una sola institución se hace eco; a mediados de septiembre, y solo después de que se publique un segundo manifiesto más alarmado todavía, el ministro de Sanidad propone a los científicos un encuentro para octubre. Se ve que no hay prisas.

Médicos, enfermeros, limpiadores, repartidores de comida, reponedores de supermercados, policías, militares, cuidadores en residencias de ancianos, profesores, farmacéuticos: el número y la calidad de las personas que entregaron sus vidas haciendo trabajos esenciales durante los días más oscuros del confinamiento nos dan confianza en la solidez de nuestro país, más meritoria porque se mantiene en lo posible a pesar de un clima político destructivo y estéril, de una clase política en la que sin la menor duda habrá personas honradas y capaces, pero que en su conjunto, en la realidad cotidiana de su funcionamiento, se ha convertido en un obstáculo no ya para la convivencia civilizada, sino para la sostenibilidad misma del país, para la supervivencia de las instituciones y las normas de la democracia. No es que se muestren cada día incompetentes o irresponsables en la gestión de los problemas que nos agobian; es que se dedican activamente a agravarlos, impidiendo cualquier forma de acuerdo constructivo, y con mucha frecuencia a crear otros que solo existen porque ellos los han inventado, a fin de echar más leña al fuego de la bronca diaria. Viven tan encerrados en sus intereses que no tienen capacidad de dirigirse con generosidad y elocuencia al común de la ciudadanía que representan, y de la que viven. Hablan en público y solo les hablan a los suyos. Por perjudicar al adversario son capaces de sabotear lo que sería beneficioso para la mayoría. En lugar del debate público, del intercambio de ideas, de la búsqueda de mejoras prácticas, prefieren el circo venenoso de las redes sociales, que son el juguete y el escaparate al que todos ellos se han afiliado. Ya nadie se acuerda, pero hace un año tuvimos que repetir elecciones, porque los partidos más favorecidos por la ciudadanía en las elecciones anteriores de abril fueron incapaces de llegar a un pacto de gobierno, lo cual nos obligó a una larga interinidad de la que solo empezábamos a salir, de manera vacilante, cuando irrumpió la pandemia y nos puso delante sin excusa todas las fragilidades que llevan muchos años arrastrándose por la incuria y la incapacidad de la clase política.

Pareció entonces, hacia principios de marzo, que el peso brutal de la realidad forzaría entre los dirigentes y los partidos un grado de sensatez, un sentido de la responsabilidad equivalente al de los ciudadanos que de un día para otro cambiaron sus hábitos y acataron el encierro, cuando no al de los sanitarios y a los servidores públicos que con frecuencia en condiciones lamentables ejercieron durante meses un tranquilo heroísmo. Era tan evidente lo que nos hacía falta que parecía imposible que no se forjaran grandes pactos para conseguirlo. Pero yo recuerdo que en los días más oscuros la derecha española daba tanto miedo en su saña destructiva como el coronavirus, y se confabulaba perfectamente con esa otra derecha integrista que a algunos les parece de izquierdas tan solo porque se declara antiespañola: a quienes más se parecen ahora los independentistas catalanes en su insolidaridad y en sus ganas de gresca y de aprovechamiento del desastre es a los patriotas españolistas que malgobiernan la Comunidad de Madrid. A unos y a otros, el daño que puedan hacer al Gobierno central les importa más que el perjuicio de todos. Y en el Gobierno mismo, mal avenido y desnortado, los bocazas y los irresponsables entorpecen el trabajo de los que sí saben lo que hacen.

'Si no hacemos algo más esta gente va a hundirnos a todos.'

No sé, sinceramente, qué podemos hacer los ciudadanos normales, los no contagiados de odio, los que quisiéramos ver la vida política regida por los mismos principios de pragmatismo y concordia por los que casi todo el mundo se guía en la vida diaria. Nos ponemos la mascarilla, guardamos distancias, salimos poco, nos lavamos las manos, hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos. Si no hacemos algo más esta gente va a hundirnos a todos.

 Antonio Muñoz Molina es escritor.

martes, 5 de mayo de 2020

NO saldremos mejores


Perdón por insistir
Perdón por la tristeza, como decía Sabina
No saldremos mejores. Saldremos más viejos y más gordos. Y también saldremos mas tristes y mas desesperanzados y saldremos muy cansados de aguantar al peñazo del vecino, que ya sabíamos que era incívico y mal educado antes del encierro, pero ahora lo ha demostrado cada día y cada hora del día. Ha salido la calle cuando le ha parecido bien. Ha recibido visitas de la familia en los momentos mas estrictos del confinamiento. No respeta los horarios establecidos ahora que podemos ir saliendo poco a poco y por edades. El y ella, claro  - los dos de la pareja son iguales, igual que los padres de uno y de otra - decidieron al principio que no había problema ni riesgo en que los abuelos vinieran cada día, dos veces al día a visitar a los nietos y a voces desde la verja del jardín saludaran a los niños que respondían a gritos felices, y todavía no culpables, de alegrarse de ver a sus abuelas y abuelos. Yo que ellos me habría sentido como los monos en el zoo. A los abuelos les faltaba tirarle los caramelos entre las rejas de la verja como si de una jaula se tratase.
Tengo un enorme coronavirus en el patio!
¡Maldito coronavirus! - ¡Está en todos sitios!
No saldremos mejores. Saldremos más pobres. A unos amigos informáticos, Jose y Rafa, le han hecho un ERTE.  Mis sobrinos, que trabajan en temas de turismo, han perdido sus trabajos, lo mismo que el marido de la señora que viene a hacer la limpieza, a ayudarme con la limpieza, que decía mi amigo el progre.  
 Mi amiga Rocío, donde voy por cuestiones estéticas, acababa de abrir su nuevo 'salón de belleza' unos meses antes del confinamiento. Era un bajo que su padre le había dejado y ella, con mucho primor y todos su ahorros y quizás un préstamo del banco, había convertido en un coqueto salón de estética donde hacer las uñas, la cera, masajes, la pedicura. Todo. La última vez que fui tenía tres chicas contratadas y ella de supervisora y de maestra en el arte de poner las uñas tan largas y arregladas como las de Rosalía. Ahora, qué pasará con ella y con sus trabajadoras. 
Qué pasara con Celia, la peluquera del barrio. También ha cerrado porque no puede costearse las nuevas medidas de protección. 
Qué pasará con nuestro bar favorito. Si en el pequeño lugar donde el Ayuntamiento le dio permiso para poner su terraza Antonio tiene que poner cuatro mesas en lugar de las ocho habituales, no podrá contratar a Paco, el camarero simpático que nos daba conversación incluida con las tapas y con la cerveza.
No saldremos mejores. Saldremos tan poco solidarios y generosos como siempre hemos sido. Porque estamos agotados, deprimidos y cabreados y porque nuestros políticos no nos han dado ejemplo de ser conciliadores y buenos gestores. No entendemos por qué pelean desaforadamente en un momento como este donde todos deberíamos trabajar juntos. Cada opinión cuenta, dicen. Pero hay veces que hay que tragarse la opinión propia en beneficio de todos. Eso pensaba yo antes de la crisis.
Antes de la crisis también pensaba que en esta primavera veríamos a los nietos jugar en el patio de casa, que viajaríamos con ellos a una casa rural en Cazorla, que los llevaríamos a ver la nieve en Sierra Nevada o al Cabo de Gata a ver la puesta de sol o al mercadillo ecológico del Salón o al huerto de Manoli y Emilio a recoger los tomatitos cherry. Ahora no los veremos en casa, y tampoco sé cuando los veremos en su nueva casa en Francia.
 Así que además saldremos más tristes.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Salida por la Tienda de Regalos


Hay una película sobre el arte callejero que es en realidad un falso documental del grafitero Bansky llamada  Exit Through the Gift Shop  (La salida por la Tienda de regalos)  Recuerdo ahora este titulo, aunque no he visto la película, porque eso es exactamente lo que solía decir el cartel que indicaba la salida en muchos lugares que yo he visitado en mis viajes a Inglaterra. 

Recuerdo un pequeño pueblo donde paramos a descansar camino de Ledbury y decidimos visitar la casa donde un famoso escritor había vivido una larga temporada. Por supuesto había que pagar para ver la casa, y a la salida, había que cruzar la tienda de regalos. Y siempre en la tienda de regalos comprábamos algo: unas bolas de cristal, un lápiz, una postal, un pequeño detalle para el recuerdo.
Tienda de recuerdos en Berlín
La tienda de recuerdos de la Alhambra c/ Reyes


La última vez que fui a Madrid compré postales y lápices en la tienda de regalos del Museo Thyssen y del Prado, y me  hubiera comprado algún pañuelo de seda, o foulard o bolso decorados con las imágenes de mis cuadros favoritos si pudiera costeármelos.
Museo Arqueológico Nacional

En la tienda del Museo Arqueológico Nacional -MAN, aparte del consabido lápiz, compré un libro de Isaac Asimov sobre Constantinopla. Al fin allí lo encontré. 
Tienda del Museo Carmen Thyssen

En Málaga, a veces visito la tienda del Museo Carmen Thyssen aunque no entro a ver la exposición permanente porque ya lo conozco y quizás no me interese la temporal. También suelo visitar la tienda del CAC - Centro de Arte Contemporáneo de Málaga . la ultima vez le compré a Isa p un libro de las Aventuras de Enid Blyton

En la tienda del Museo Británico en Londres, Ara le compró a Pedro una pequeña reproducción de la Piedra Roseta que él guarda como si fuera  la original. En su inmensa tienda se pueden encontrar reproducciones de casi todas las maravillosas obras que allí se pueden ver.

En la cafetería de la Tate Gallery en Londres, por ejemplo, el café no era nada especial y siempre había mucha gente, pero las vistas son fantásticas.
Vistas desde la Tate Modern
Las vistas desde la cafetería de la Tate Modern

 O la elegante cafetería en el jardín del Centro de Arte Hôtel de Caumont donde visitamos la exposición "Turner y el color" en nuestra última visita a Aix-en-Provence.  También pasamos por su elegante tienda de regalos.
 
Centro de Arte Hôtel de Caumont
Se que a todos nos atraen las tiendas de los monumentos y museos y nos viene muy bien descansar y tomar algo en las cafeterías, bares o restaurantes que hay en algunos de ellos y, por supuesto, necesitamos urgentemente pasar por sus ASEOS.

En los tiempos que vivimos en este país, donde el turismo es casi nuestra principal fuente de ingresos, cualquier museo, monumento, iglesia, catedral, mansión, edificio, galería, cualquiera,  pequeño o grande, muy o poco visitado. CUALQUIERA, repito,  debería tener las instalaciones adecuadas para dar la BIENVENIDA a sus visitantes con guardarropa, taquillas o consigna, restaurantes o cafeterías, guardería de pequeños o de grandes  y grandes, limpios y cómodos aseos. Y, por supuesto, una maravillosa tienda de regalos.



¿¿¿Por qué???

viernes, 9 de diciembre de 2016

Un deseo llamado tranvía

¿O era un deseo llamado METRO? 
¡¡10 años de obras!!
Abril 2007 - Anuncio de las obras - ¡Hace 10 años!
Abril 2007 Primeras obras en Albolote
Aqui empieza el metro - o acaba ( Albolote - Granada - Spain)
Obras del metro en Albolote en 2007
Sea lo que sea, que comience a funcionar cuanto antes. ¡¡YA!!
De sol a sol
Las obras en Albolote - Agosto de 2009

Llevamos esperándolo y sufriendo las obras tantos años, que ya no nos creemos las promesas. 
 Este verano de 2016 el Consejero de Fomento dijo que el metro comenzaría a funcionar en Navidad, ahora han dicho que a final de marzo de 2017, pero hoy en IDEAL viene la noticia de que aun no han seleccionado al personal del metro y por supuesto aun no están formados para sus tareas.


¿Dos Meses? ¿Solo necesitan ocho semanas para aprender? Deben de haber elegido o elegirán a los mejores alumnos, a los más brillantes candidatos, unos que no aparecen en el informe PISA, que tan mal ha sentado a la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía.
 Os lo he ido contando en mi blog. Por aquí hemos pasado de la ilusión tremenda que nos hacía tener un buen sistema de transporte publico que nos solucionara todos los problemas de atascos, consumo de combustible y búsqueda de aparcamiento en la ciudad, a la desesperación y resignación más absoluta.

- Asi os lo conté en Abril de 2007 - Aún manteníamos la esperanza en Marzo de 2009 -Pero ya estábamos hartos  en Enero de 2015 

¡Pero ya llevamos varios años muy hartos!

Lo peor del tema es que parece que todo está ya terminado: las vías, los cables, los postes, los semáforos, la señalización, las paradas, incluso los árboles ya están crecidos y en la ciudad las estaciones ya tienen los accesos hechos y los ascensores  instalados - ya hemos tenido varias sesiones de puertas abiertas -  y ya hemos visto las pruebas por las vías del Polígono Juncaril sin público y a las autoridades locales con el alcalde a la cabeza pasearse por todo el trayecto del tranvía-metro, y, a pesar de todo, aun no sabemos cuándo realmente funcionará nuestro metro-tranvía, cuándo podremos utilizarlo y cuándo podremos dejar el coche en casa para siempre y olvidar las eternas obras que tanto daño han causado al comercio y negocios de las calles por donde transcurre el trayecto,  y olvidar también  el atasco permanente que es el tráfico en esta ciudad.


A real mess - Underground works
Marzo de 2011 - Obras en el Camino de Ronda 

Noviembre 2009 - Camino de Ronda 

Enero 2012 - ¡¡Terminado!!
Septiembre 2015 - Con el césped artificial
Los trenes preparados - Febrero 2016
La primera parada del metro - para cuando venga!
Septiembre 2016 - La primera parada de la linea 

Parada - nunca mejor dicho
Parada de la Viñuela en el Polígono Juncaril - Septiembre 2016

En pruebas - Noviembre 2015
Parada en el Cerrillo de Maracena - Febrero 2015

¡Aquí estamos esperando a que pase el metro o pase el tiempo!!
Almost readyç
Acceso a una estación del metro en Granada
Estacion Alcazar Genil
Estación de Alcázar Genil - Arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas