viernes, 27 de enero de 2023

La bata naranja

Tía Teresa y tía María disfrazadas de japonesas

Mi madre heredó a Carmen. la costurera, lo mismo que heredó a Catalina, la señora que venia a limpiar la casa, de la familia que vivió en el piso que nosotros alquilamos cuando nos mudamos a vivir a Granada. 

Mi madre se quedó con Carmen, la contrató, para que viniera un día a la semana para ayudarle con la costura. En una casa con una gran familia como la nuestra siempre había algo de costura: vestidos a los que alargar o meter el bajo, prendas que adaptar al siguiente hermano o hermana, sábanas y  manteles que remendar cuando se gastaban.

 En la canasta de la costura se almacenaba la costura pendiente y eso que en ella no se incluían ni los calcetines para zurcir ni los jerséis de punto que mi madre tejía mientras se quedaba dormida después de cenar viendo o no viendo la tele.

Primera comunión de Isa con los Román

Carmen hacía los pequeños vestidos de las hermanas pequeñas y a las pollitas nos hacia también vestidos, faldas o blusas ya de adolescentes, y nos arreglaba las prendas que heredábamos de las hermanas mayores o de algún pariente.  Yo heredé de la hermana pequeña de mi madre un precioso abrigo blanco con el que sorprendí a mis amigas del colegio que no esperaban verme con algo tan elegante. Cuando murió el abuelo y ella guardó un leve luto, también heredé un bonito vestido de verano con un luminoso estampado de naranjas y limones que Carmen me ajustó porque me quedaba un poco grande. En las fotos de la Primera Comunión de Isa, yo llevaba un vestido sencillo y bonito en tonos ocres y marrones que no había salido de una tienda ni de las manos de Carmen, así que también era heredado de la tía Mami.

Carmen pasaba el día en el cuarto de estar  cosiendo lo que mi madre dispusiera para ella y, según las indicaciones que le hacia, nos preparaba bonitos vestidos de verano, basándose muchas veces en los dibujos que  hacía mi hermana mayor, que era la que tenia mas arte para estos diseños. Vestidos decentes, sin tirantes, con manguitas cortas y con el largo preciso.

Pero sobre todo nos hacia ropa para estar en casa: camisones, combinaciones, batitas de verano y los babis blancos del colegio, nuestro único uinforme escolar.

Selfie en la terraza

Por fin llego a mi preciosa bata quimono naranja. ¿Cuántos años hace que la tengo?¿De dónde vino esta tela tan original, brillante y resistente? Posiblemente la trajo mi padre de uno de sus viajes a Ceuta, Melilla o Tánger, las tierras exóticas a donde él iba a hacer los exámenes de Reválida. ¿Quién sabe? La tela estuvo rodando por la cesta de la costura unos meses porque mi madre no sabia qué hacer con ella; era demasiado tiesa para un vestido de verano, había demasiada cantidad para una blusa... 

Por fin  Carmen me hizo una bata de verano con esta tela que nadie quería. Una bata que tiene ya tantos años que parece que ha crecido conmigo. Bueno, a estas alturas de mi vida puedo decir que se ha hecho vieja conmigo, aunque yo creo que ha envejecido mejor que yo porque no tiene ninguna arruga y mantiene el color brillante del primer día.  No como yo.

La bata hoy en día

La he usado en casa y en viajes. Vino conmigo a Inglaterra en mis viajes de Intercambio. Mi madre, cuando me acompañó en 1994 y compartimos dormitorio en el apartamento que nos asignaron,  me dijo cuando vio que aun la usaba: -- Ya podías tirar esa vieja bata y comprarte algo nuevo, sobre todo para estos viajes. --¿Que le pasa a mi bata? Yo la veo estupenda --le dije. Y no la tiré. 

Vino conmigo cuando fui a visitar a Ara y a Evelyn en su casa de Brick Lane en 2005, cuando me rompí el brazo y tuve unos meses de permiso en el trabajo. También vino en  la maleta a la casa rural del Turós en el verano de 2008, cuando fuimos con las bicis a la Garrotxa. Es una bata viajera.

Aun la uso y creo que con ella me parezco, ¡qué ilusión!, a mi vieja madrina, mi tía María, cuando era joven y se vistió de japonesita para una fiesta de disfraces en el Círculo de la Amistad de Córdoba. Ella y su hermana Teresa lucían así de encantadoras, como podéis ver en esa foto que atesoraba, como atesoro yo, mi tío Pepe, el cual hizo pareja con su/ mi tía María para ser mis padrinos. 

Con Evelyn y Ara en Brick Lane 2005


En la terraza del Turós-2008


En el Turós - La Garrotxa 2008
Mi bata naranja tiene tantos años que yo podría decir sin exagerar que no me la hizo Carmen,  sino que me la compré en los Almacenes Lirola, esos que estaban en la calle Príncipe, muy cerca del Arco de las Orejas donde la famosa tienda de maletas, la que anunciaban en los cines antes de las pelis los de MOVIERECORD al grito de  ¡Para maletas, los Madrileños, para bolsos, Pastor!

    Tiendas todas que desparecieron de esta ciudad a principios de los años 60.

    Hoy solo quedan en nuestro recuerdo. Pero yo aun tengo mi bata, y que dure ...


 

martes, 17 de enero de 2023

Otra de poesía

Esta tarde, cuando ordenaba, etiquetaba y limpiaba mis discos duros de fotos, he encontrado esta fotografía que me ha evocado el soneto de Miguel Hernández, Tengo estos huesos hechos a las penas

... redondas, pobres, tristes y morenas.

 
 Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.
 
Como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.
 
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.
 
Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.

  

Creo que hacen una buena pareja


lunes, 9 de enero de 2023

Tapetes

Una pequeña obra de arte

Cuando murió Asunción le dediqué un post en este blog en recuerdo de aquel famoso piano suyo que languidecía en la casa de las tías y que nunca nos dejaban tocar, ni siquiera abrir. Escribí también en recuerdo de todas las mañanas que pasé con mi madre de visita en el convento donde Asunción decidió pasar los últimos años de su vida, cuando pudo, cuando se quedó libre de obligaciones familiares. Entonces,  nosotras le llevábamos un rato de compañía y charla además de dulces, galletas o mazapanes de Montoro, que eran sus favoritos, y ella nos obsequiaba con limones del huerto, rosas del jardín y unos delicados y finísimos tapetes de crochet que hacía en sus largas jornadas de encierro y silencio.  

La caja de los tapetes de mi madre

  Tenia serios problemas de oído y teníamos  que hablarle tan alto que nuestras voces se extendían desde el saloncito de la entrada por todo el silencioso convento de clausura, pero ella mantenía aún una buena vista y le gustaba hacer estas labores primorosas.  Nos los regalaba y mi madre, que ya tenía bastantes de su propia cosecha, me los daba a mí que ya no sabia qué hacer con tanto tapete. Yo los guardaba en el cajón de los tesoros 'viejunos' y ahí se han quedado.

Filigrana de Asunción

Hoy los he recordado, a los tapetes y a Asunción.

Las telarañas de invierno

En mi paseo por la Vega en esta húmeda y neblinosa mañana de enero, he visto estos mismos tapetes colgados de las matas secas que hay en los bordes de los caminos y en la valla de alambre que rodea el olivar junto a la vía de servicio.  

 Aquí están: los tapetes que han tejido las arañas, y los tapetes que tejía Asunción para regalar a sus visitas o para entretener el tiempo que le sobraba en sus días del convento.

Entre alambres

Son redondas obras de arte que me siento afortunada de poder disfrutar y por eso quiero compartirlas con vosotros. 

Hay más tapetes en la naturaleza, o mas simetrías. Hoy los he visto también 



Espiral verde

Tapete verde

simetría verde

Feliz Año. Que el año 2023 nos traiga muchas sorpresas tan agradables como esta.