Un guiso oloroso |
Pero en esa casa no había olla lenta, ni muchos menos habíamos cocinado un estofado, ni siquiera una sopa de verdad. De cena tomamos sopa de cartón, unas tortillas con los huevos ecológicos que nos dejó como regalo en la mesa de la cocina la dueña de la casa rural donde nos alojábamos y unos ricos embutidos que nos habíamos traído desde casa.
Así que el olor no procedía de allí.
Quizás fuera la chimenea, quizás alguien había tirado alguna cosa rara al fuego junto con los papeles que sobraron cuando Isa recortó las fotos de los folletos turísticos para su libreta de viaje.
Teníamos una fantástica chimenea |
Hora de ver la tele un rato |
Ese extraño olor me recordaba también al que a veces me sorprende en la cocina de casa. Entonces me paso una mañana entera olisqueando, como un perrillo, todos los rincones. Busco algo podrido en el frutero, en el cajón de la verdura, en el cesto de las patatas o debajo del fregadero hasta que hago limpieza general y doy con una pequeña patata apestosa, deshecha y blanquecina que es la responsable de mi limpieza general.
Mi bodegón de este otoño con calabazas |
Este quedó precioso |
El membrillo y el pozo en el patio de la casa |
Pero en nuestra casa rural nadie había hecho nada por mejorar la decoración. La casa era grande, cómoda y caliente. Teníamos lo necesario para pasar allí unos buenos días de vacaciones visitando los alrededores y llegábamos a la casa solo para descansar un rato, cenar, echar unas partidas de cartas o de la wii, que es lo que hacía Isa P, e irnos pronto a la cama, que la vida de turista, como todos sabemos, es dura y hay que madrugar.
Así que el olor no procedía ni siquiera de un simple frutero de decoración, ni de una jarrón con flores.
Me volví a acostar con ese olor en la nariz y me levanté temprano, fui la primera y el olor seguía presente en el pasillo. Quizás procedía de unas habitaciones cerradas con llave en la planta de arriba. La señora de la casa nos explicó que esa era su casa familiar de los veranos y estaba claro que algunas cosas no estaban allí para nosotros. ¿Se habrían dejado algo dentro que ahora se había descompuesto??
Todos se fueron levantando y empezamos a preparar el desayuno y las maletas porque ya se acababan las pequeñas vacaciones de este puente.
Unas cebollas - buenas para la nariz |
Ese remedio para la nariz atascada de Isa chica era el responsable del olor de la casa del membrillo. Ni guiso, ni potaje, ni membrillo podrido, ¡solo unos cascos de cebolla!
El porche de la casa del membrillo y del olor |
Nos reímos un rato con los remedios caseros de mi hermana y nos alivió saber que no dejábamos ningún rastro apestoso en esa casa y que todo estaba bien cuando nos fuimos.
Aquí tenéis a nuestro grupo, yo estoy al otro lado de la cámara, para variar.
Muchos besos y espero que disfrutemos pronto de otras buenas vacaciones. ¡¡Nos vemos en Navidad!!