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El domingo pasado fuimos a hacerle fotos a los almendros y como hice tantas ahora no se qué hacer con ellas. Si, como hacia mi madre, hubiera cogido unas ramitas, ahora las tendría decorando un jarrón, y no junto a mi cama, sino en el cuarto de estar. | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | |
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¿Os acordáis de la canción de Serrat? Amigo mío
Si la ves en primavera,
corre con ella
por los trigales,
arrancando amapolas, avena y grama
para adornar el jarrón que hay junto a su cama.
Una de sus mejores canciones, sin duda.
Fue un paseo precioso y provechoso, ya veis mi colección de fotos.
Pero una señora estúpida me puso de mala leche me estropeó el paseo.
Estábamos en una aldea por la que hemos pasado miles de veces en nuestros paseos con la bici. Es un lugar con unas vistas maravillosas de Sierra Arana, Sierra Nevada y Sierra Elvira y se ven también inmensos campos de olivares y vegas y a lo lejos se adivinan algunos pueblos.
Además los campos de almendros están preciosos, como podéis ver.
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La casa en cuestión
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Ahí estaba yo toda emocionada disparando sin parar y va y me pregunta '¿Por que le ha hecho una foto a la casa de mi abuela?'
Yo no tenía ni idea de qué abuela estaba hablando. Había estado haciendo fotos de los campos de almendros, y en un momento me volví y le hice una foto a una casa de campo, de toda la vida. Y fue cuando ella me vio.
Cuando la oí hacerme esas preguntas me quedé tan parada, que no reaccioné.
Ella empezó a perorar que si aquello era una propiedad privada, que si yo no podía hacerle fotos a las casas, que si a mi no me gustaría que ella le hiciera una foto a mi casa, que para qué quería las fotos de las casas, que la finca pertenecía a su familia dese el siglo dieciocho.
Tenía ademas, una manera tan agresiva de hablar, tan de soy la dueña y yo mando que me dejó sin palabras.
Y empecé a darle explicaciones: --Hago las fotos para mi, me gusta este lugar, he pasado por aquí muchas veces,... ¡Que horror!
Menos mal que Pedro llegó con el coche y me rescató de las palabras de aquella arpía mandona que me amargó las almendras.
Me parece que esta señora no vive en el mundo real. Ahora, cuando estas en el autobús, en la calle, sentada en una terraza o admirando un monumento, te rodea un ejercito de fotógrafos y raro es que no aparezcamos en más de mil fotografías que andan circulando por álbumes familiares, galerías de Internet o cualquier red social. ¡Son los tiempos, es lo que hay!!