Afortunadamente he encontrado esta crónica de esa excursión en bicicleta a la Virgen de la Cabeza que hicimos hace ya algunos años. Aun me da miedo recordarla porque fue muy dura - 80,9 km de caminos de sierra en continuo sube y baja, 1.300 ms de desnivel acumulado - y en algún momento fue muy peligrosa.
Aquí os dejo la historia, los detalles y las fotos.
Amanecer en el espejo de la furgoneta |
Salimos de casa con la
furgoneta cargada hasta los topes con las bicis, cascos, botes y demás trastos; era tan temprano que aun no había amanecido, el sol
salió ya cuando nos acercábamos a Andújar.
Dejamos la furgoneta en el aparcamiento de un gran supermercado a la entrada del pueblo
y nos dirigimos al lugar de concentración. Yo iba muy nerviosa, como siempre,
de ver tanta gente y de saber que nos esperaba un día duro.
Para tranquilizarnos un poco la
organización nos paseó por carreteras locales muy tranquilas y llanas como para
que yo me fuera confiando o mis piernas se fueran calentando poco a poco.
Llegamos a Marmolejo, nos paseamos por
el pueblo y bajamos al balneario. Me acordé de mi tía Mariana, que solía pasar los veranos tomando las aguas en este balneario.
En el balneario de Marmolejo
empezamos a subir. Cruzamos el río Jándula y seguimos la ruta por
asfalto y luego por pista de tierra por el camino que hacen las carretas en la Romería de la Virgen de la Cabeza.
Por esta sierra - mapa de EL PAIS |
La pista se convirtió en un sendero de repente. Habíamos ido con un pequeño grupo
tranquilos, charlando, y ahí se acabó la conversación.
Yo me quedé la ultima de todo aquel enorme grupo de ciclistas, la ultima en subir y bajar por estrechas veredas entre encinas y pinos piñoneros. Los árboles eran fantásticos, así como las inmensas rocas de granito que había entre las encinas pero todo estaba bastante seco y yo también porque con tantos saltos perdí el bote de agua, el portabotes y la bomba y por poco pierdo la vida.
Cuando cruzamos la verja de Lugar Nuevo, que indica el comienzo del Parque Natural de la Sierra de Andújar, empezamos a bajar corriendo
como locos por una vereda un poco más ancha y mientras bajaba disparando
piedrecitas a cada lado de mi bici, oía
el ruido metálico de algo que chocaba en la rueda de atrás.
Me aparté del grupo de ciclistas a los que me había unido en la bajada, y me paré al borde del camino para ver de dónde procedía ese ruido clic, clac, clic, clac. Los que venían detrás me dijeron que mi bote se había caído, pero en realidad se había soltado también el porta-botes y lo llevaba enganchado en la sujeción de la rueda de atrás. Gracias al cielo, no se metió en los radios de la rueda, porque de ser así salgo volando por encima de la bici, la cuesta y las encinas. Mis cosas sí que habían salido volando y tuve que volver a por el bote y la bomba y meter todos los cacharros en la mochila.Con tanta ida y venida me había quedado con los últimos.
Yo me quedé la ultima de todo aquel enorme grupo de ciclistas, la ultima en subir y bajar por estrechas veredas entre encinas y pinos piñoneros. Los árboles eran fantásticos, así como las inmensas rocas de granito que había entre las encinas pero todo estaba bastante seco y yo también porque con tantos saltos perdí el bote de agua, el portabotes y la bomba y por poco pierdo la vida.
Me aparté del grupo de ciclistas a los que me había unido en la bajada, y me paré al borde del camino para ver de dónde procedía ese ruido clic, clac, clic, clac. Los que venían detrás me dijeron que mi bote se había caído, pero en realidad se había soltado también el porta-botes y lo llevaba enganchado en la sujeción de la rueda de atrás. Gracias al cielo, no se metió en los radios de la rueda, porque de ser así salgo volando por encima de la bici, la cuesta y las encinas. Mis cosas sí que habían salido volando y tuve que volver a por el bote y la bomba y meter todos los cacharros en la mochila.Con tanta ida y venida me había quedado con los últimos.
No sé cómo pero ¡llegué! |
Recuerdos de Andújar |
Bocadillos en la meta |
En las paradas del grupo para
descanso y avituallamiento, que fueron dos o tres, yo nunca tuve ocasión de
descansar, porque parecía que estaban esperando que yo llegara para ponerse en
marcha, así que ni siquiera podía poner el pie en tierra.
Llegamos al Santuario |
La entrada al Santuario de la Virgen |
En nuestra meta, el Santuario, ocurrió
lo mismo. Tuve el tiempo justo de tomarme un bocadillo, una naranja y algo de beber..
Pedro compró recuerdos de la Virgen: pitos y silbatos de
cerámica; yo hice cinco fotos
y rápidamente comenzamos el camino de vuelta, esta vez por la carretera.
La mayor parte de los ciclistas
bajaron por otras veredas por donde suben los romeros con las carretas y los caballos, pero yo ya
había tenido bastantes piedras y preferimos el asfalto. También era un camino
duro porque volvimos a bajar al Jándula, como en el Balneario de Marmolejo, y
luego remontamos un puerto de siete kilómetros.
La ultima parte del camino, la bajada
del puerto y la llegada hasta Andújar, no era una pendiente continua, sino un
diente de sierra con continuas subidas y bajadas que acabó con el último
aliento que me quedaba.
Por fin llegamos al aparcamiento donde estaba nuestra furgoneta.
Un pequeño descanso y un rato de conversación con los ciclistas amigos
que iban llegando. También comentamos la dureza de la ruta con la otra pareja de ciclistas que había en ese gran grupo: Laura era la única otra
mujer aparte de mi que participó en la ruta.
Aun nos quedaba otra parte del camino: el
regreso a casa, más de 100kms de carretera, en la furgoneta con la puesta de sol.
Regresamos con la puesta del sol |
No hablamos mucho en el camino de vuelta.
Fue una buena
excursión para contársela a los nietos o ponerla en el blog.
Perfil de
la Ruta: Andújar- Santuario Virgen de la Cabeza
Domingo, 23 Enero 2005