lunes, 7 de octubre de 2024

Fiesta en el patio

Todo preparado en el patio

El sábado pasado tuvimos una fiesta en casa para celebrar la recuperación de Pedro y mi onomástica (el 12 de octubre es el día de la Virgen del Pilar). 

Nosotros preparamos algunos platos pero todos colaboraron en  que la comida fuera un éxito. 
Pedro marinó un lomo de salmón, yo preparé rollitos de salchicha con hojaldre según la receta que me enseñó Sara este verano,  salmorejo y unas manitas de cerdo que triunfaron, según me han contado, ¡porque yo ni las ví! 
¿Habrá para todos?
Pablo y Maríángeles trajeron una deliciosa tarta de manzana y una de sus especialidades de verduras: pudin de puerros - riquísimo.  Maricarmen preparó una estupenda ensaladilla de patatas con langostinos y unos originales mejillones en escabeche que estaban para chuparse los dedos. Nico compró una gran bandeja de elegantes canapés en una tienda de delicatessen y una cajita de pastas de té realmente delicadas y dulces. ¡Dijo que no tenía tiempo para cocinar! ¡Y mi hermana Teresa optó por traer unas gambas congeladas que tuvimos que cocer cuando llegó y con las que nos chupamos los dedos!
Un poquito de pan

Pasamos un día estupendo juntos, con muy buen tiempo, mucha comida, algunas bebidas, y muchas risas y charlas. Los pequeños, y alguna de las grandes, incluso se atrevieron a nadar en la piscina. Era su última opción, ya que cerramos la piscina el lunes. ¡Se acabó el verano!

¡Han venido los Reyes Magos!

Aproveché la visita y le regalé a los pequeños Juan y Manuel (mis sobrinos nietos de 6 y 4 años) algunos de los juguetes que Lucas ya no usará. Tenía su permiso, así que saqué del baúl de los juguetes del sótano un tren eléctrico y un avioncito con los que ellos Jugaron  todo el día y cuando les dije que se los podían llevar a casa, me dijeron: - Gracias, tía Pili. ¡Es como si hubieran venido los Reyes!

lunes, 12 de agosto de 2024

Verano de 1974

Subida en una nube

En el periódico EL PAÍS, durante este verano varios periodistas escriben en la última página una crónica de un verano de sus vidas. Puede ser algo feliz o algo no tan feliz. 
Yo también voy a contaros un verano de mi vida porque hace ahora 50 años de aquel verano de 1974.

¨Tenía tantas ganas de ser mayor de edad  que, cuando terminé mi contrato de trabajo en Butlins y pasé tres días en el Albergue Juvenil London Earls Court de Londres,  le dije a la chica de la recepción que tendría que cobrarme un poco más por mi última noche alojada allí porque había sido mi cumpleaños, cumplí los 21, y el precio barato para los menores ya no me lo debería aplicar. Se quedó de piedra, y no puso ninguna objeción y me cobró la diferencia.

El uniforme de kelly, lo que yo era
Es que yo en aquel viaje era tonta de solemnidad, tanto como mi compañera de aquel verano.  Dos bobas medio muertas de miedo que nos atrevimos a vivir la aventura de nuestra vida en una Inglaterra que desde aquí nos parecía el paraíso de los hippies, las drogas, el rock y las minifaldas y pensábamos que la gente joven hacía lo que le salía del alma, porque ellos eran libres, no como nosotros que vivíamos asustados en una sociedad reprimida, pacata y oscura en los últimos años de la dictadura de Franco. Pero sabíamos que solo unos años atrás la gran revolución joven de los años 60, el 'swinging London',  había llenado Londres de hippies porretas y músicos descarados y que aquí estábamos más parados que el tren en Bobadilla.

Maruja y yo nos fuimos a trabajar a Inglaterra con nuestra mezcla de ilusión y de miedo porque era la única forma de practicar y mejorar nuestro pobre inglés. Pero éramos tan ignorantes de casi todo que preparamos el viaje como el que se prepara para ir a Sodoma y Gomorra.  
Para nuestra generación encerrada en cuatro paredes y con un lúgubre futuro por delante, Londres era lo más nuevo, moderno, y exótico a lo que se
Un intenso verano
  podía aspirar, pero nosotras no íbamos detrás de ese sueño. Nosotras, con novio, chicas modositas a punto de terminar la carrera universitaria, solo íbamos a Inglaterra a hablar inglés. ¡Qué cosas pensábamos entonces!

 Como no teníamos mucho dinero y no creíamos que fuera una buen idea hacer un curso en una escuela internas o vivir con una familia, decidimos irnos a trabajar, nosotras que lo más que habíamos trabajado era dando clases particulares a hijos de vecinos o amigos de nuestros padres o la Navidad en que yo trabajé vendiendo bragas y pijamas en la tienda de mis tíos. 

Butliland - Bienvenidos al Paraíso
Así que nos liamos la manta a la cabeza, como hacía mucha gente entonces - de hecho mis amigos de la facultad se fueron de albañiles a una obra a Alemania - y nos fuimos de kellys, de limpiadoras de habitaciones. Pero no a un hotel normal, a un HOLIDAY CAMP.  El Butlin's Holiday Camp de Skegness en la costa este de Inglaterra.  

Nuestro 'campo de trabajo', no de vacaciones

En un aparte os diré que mis amigos en este 'campo de trabajo', estudiantes la mayoría como yo, decían que en aquel lugar había habido un campo de concentración de prisioneros alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Lo parecía. 

Nuestros 'barracones'

La zona donde estaban nuestros 'chalets' o pequeños alojamientos eran unos barracones largos y oscuros donde podrían haber estado los alemanes, pero a mi me parecían perfectos y eso que nuestro pequeño 'chalet' solo tenia dos habitaciones con una litera cada una, una cómoda para nuestra ropa, unas mesitas de noche y un cuarto de baño con retrete y lavabo, pero sin ¡ducha, ni baño!  - Teníamos que utilizar unos baños comunes para las mujeres.  

Pero enseguida me sentí allí como en mi casa. Lo tenía todo:  fotos en la pared, unos carteles, la música de Simon and Garfunkel y muchas risas. 

Allí pasamos dos intensos meses que os contaré despacio en otra ocasión. 

Hoy solo quiero hacer este post, o entrada, de recuerdo porque este verano se cumplen 50 años de aquella fantástica experiencia que parecía que iba a ser una terrible aventura y que acabó siendo para mi uno de los mejores veranos de mi vida.

Claro, que yo era entonces 50 años más joven."  (To be continued)

domingo, 4 de agosto de 2024

Murales

Un mural tenebroso
En la pared de la derecha de la entrada de mi casa siempre estuvo este mural de cerámica tenebroso color gris plata, con agujeros siniestros que no se sabe a dónde llegan, que yo hice en uno de mis cursos en la Escuela de Artes y Oficios en una época bastante deprimente para mí. 
Se ve que el mural es oscuro y triste y si estaba colgado de la pared es porque me aburrí de verlo rodar hecho un bloque de piedra por los rincones de la casa y Benito, el jardinero que nos hizo los remates del porche de la entrada, me fabricó una especie de caja metálica con dos agujeros para las alcayatas y Pedro lo puso en la pared y como nadie lo ve, nadie se ha dado cuenta de lo feo y de lo triste que era. 
Pero yo sí,  yo sí que lo veía y pensaba que era un mural triste y hasta de mal augurio para la entrada en una casa.
Con flores, mas alegre
En realidad los huecos eran para poner flores, pero lo había olvidado completamente y este invierno, cuando me acordé y  para alegrarlo un poco, puse un poco de barro en los agujeros e inserté en el barro unas ramitas de flores secas, siemprevivas,  limoniums, y se animó un poco. No estaba tan triste

La bandeja que se convirtió en mural

Pero yo ya tenía idea de hacer algo diferente para esa pared en la clase de cerámica. (- Hola, buenos días - le dije a mi vecino, que pasaba en ese momento delante del porche donde yo estaba dictándole este texto a mi móvil.)

Efectivamente hice un mural más pequeño, mucho más ligero y sobre todo menos oscuro que mas bien parecía una bandeja.

Cuando el barro estaba aun blando prensé unas pequeñas ramas de romero, lavanda y jazmines. Quedó bien, pero al ser el barro blanco, me di cuenta de que no destacaría nada sobre la pared, así que le puse un marco azul que hice con una bandeja de juguete que encontré en el sótano. Lo he pegado con un pegamento de esos super mágicos y espero que no se caiga nunca. 

La nueva decoración de la entrada

En la foto también se ve el macetero de barro que también hice en el taller de Ana. 

Ya lo hemos colocado todo y se ha quedado tan bonito que lo traigo aquí para enseñároslo. Espero que os guste

No he tirado el mural gris oscuro porque tiene su arte y porque también es parte de mi arte cerámico, pero lo he escondido detrás de las hojas del enorme  ficus benjamina  que hay junto a la puerta de entrada. Lleva allí años creciendo desaforadamente sin que nadie le haga ni puñetero caso. 

Si algún día venís a casa, aun espero que alguien venga a casa algún día en este infinito verano que no se va a terminar nunca, por favor, echad un vistazo a mis MURALES. 


Mural antiguo escondido detrás del ficus benjamina

Yo no os voy a llamar la atención para que los veáis. ni voy a colgar más cosas en la pared. Tampoco quiero que mi casa sea la cueva de María la Canastera. 



 

viernes, 19 de julio de 2024

La Feria

Una hamburguesa en la feria
Feria es la que nos va a caer encima irremediablemente en los primeros días de agosto y la tendremos que aguantar, como todos los años, porque no tenemos otra opción. ¡¡La Feria del Pueblo!! ¿Quien quiere otro perrito piloto?

La tómbola

Para entonces, con suerte, ya nos  habrán instalado el ventilador de techo que acabamos de comprar y yo dormirè la siesta fresquita mientras Pedro ve las Olimpiadas en el salón con el otro ventilador puesto y cerraremos todas las ventanas de la casa para que no entre la siguiente ola de calor, ni tampoco entre el ruido de las verbenas.

Le Credit Lyonnais

Otra tetera

Pero para feria y CIRCO, el que monta la organización del TOUR , de France, y sus patrocinadores por donde quiera que pasen para entretener la larga espera hasta que lleguen los ciclistas.

 Por si no habéis tenido la suerte de verlos en directo, hoy, con los calores de esta ola de mediados de julio, os traigo las fotos que hice por estas fechas en Bossost en el Valle de Arán el verano que fuimos hasta allí con nuestras bicis, y con ellas subimos al Coll del Portillon a ver a los ciclistas, que venían desde  Bagneres de Luchon, atravesar el puerto a toda velocidad a pesar de la pendiente, sin mirarnos a los espectadores, sin importarles que lleváramos allí cinco horas esperándolos.

Camión caja de quesitos

Pero como es un circo montado por todo lo alto, la organización de la carrera entretiene a los espectadores con un desfile de carrozas que no tiene nada que envidiar a las de los carnavales de Río o las  Cabalgatas de Reyes

Melchor rodeado de chuletas

Yo pensaba que mis paisanos eran originales porque el rey MELCHOR se paseó un año en una carroza engalanada con chuletas, jamones, salchichones  y chorizos gigantes de cartón piedra  patrocinada por CARNICAS ZURITA.  ¡Que chasco me llevé cuando vi las carrozas del TOUR!

Pero las carrozas del circo del TOUR son mucho mas originales que las de la Cabalgata de Reyes de mi puebloOs traigo unos ejemplos.

Aquí tenéis una botella de agua mineral, una taza de te, una caja de quesitos, una tetera, una pizza, un autobús inglés de dos pisos, un cucurucho de helado, una hamburguesa, un perrito caliente, una mascota de peluche, un camión de los Picapiedra, un Batman, el camión de los bomberos, de la Policía, un corredor gigante con el maillot amarillo, y muchos otros de marcas francesas que yo no sabía identificar.
Recuerdo del TOUR


Desde todas estas carrozas sus ocupantes nos lanzaban objetos de propaganda, bolsas, mecheros, camisetas, gorras, y demás 'merchandising', que nosotros recogíamos con la misma ilusión con que los niños recogen los caramelos que les lanzan los pajes y los Reyes Magos. 


Parece un OVNI
La radio


Tetera con taza

Un cucurucho de helado

Dibujos animados
Una estrella caída del cielo
Los ciclistas en camión
El coche de la pizza

Una botella de agua mineral



La mascota


La larguísima espera

Los corredores

Mas corredores

Los coches de los equipos

Mis colegas, los fotógrafos

Les Pompiers

El camión de los Picapiedra 

Batman, que se sale

Este no se de qué va- parece un mantel de cocina

Yo cogí al vuelo la camiseta de topos rojos de campeona de la montaña y no dudé en ponérmela y pedirle a Pedro que me hiciera esta foto porque me sentía una auténtica campeona capaz de subir esas cuestas de los Pirineos un día tras otro durante los quince días que estuvimos en ese paraíso que era el Valle de Aran.
Campeona de la montaña

Podéis comprobar que no estábamos solos. Días antes los aficionados franceses ya habían llevado allí sus caravanas para encontrar el mejor sitio y en el dia de la prueba aquello parecía la playa en pleno verano.

Los espectadores y las caravanas

El paso por el Coll del Portillon

Y además pasaron los coches de apoyo, las motos de la organización y las de los cámaras de televisión, los coches de los equipos y por fin 
llegan los ciclistas precedidos de un helicóptero que los anuncia. 
Venía en primera posición un ciclista español que intentaba llegar a la cumbre en solitario, De la Fuente, pero sus dos perseguidores le alcanzaron justo antes de coronar la cumbre. Otros dos ciclistas solos llegaban detrás y en una gran grupo todo el pelotón. Nosotros nos tuvimos que pegar al talud de la carretera, donde nuestras bicis estaban apoyadas,  por miedo a que aquella masa nos arrollara. Yo no paraba de hacer fotos.

Cuando pensábamos que todo había terminado, agotados de estar allí todo el día, sin agua y con solo un pequeño bocadillo en el cuerpo, nos dispusimos a bajar el PortillónSin darnos cuenta nos metimos entre los ciclistas rezagados y los coches de la organización que cerraban la carrera y que nos echaron a voces de la carretera por el peligro que éramos entre aquella masa de gente. Nos refugiamos en una curva y esperamos que todos pasaran por fin y volvimos al camino.

 Fuimos al hotel a terminar de ver la etapa por la tele, queríamos ver cómo llegaban al Pla de Beret. Por la tarde volvimos a Viella.

lunes, 3 de junio de 2024

Tiempo de recoger


El lavadero del patio grande
Mi ritual mañanero se parece al que hacia con mi abuela cuando pasábamos unos días con ella en la casa del pueblo. Después del desayuno  le decía a cualquier pequeño/a que estuviera rondando cerca de ella mientras le daba una cestita, "Vamos a recoger los huevos al corral. "

Y nos íbamos felices con ella al patio grande de atrás que estaba lleno de rincones misteriosos y peligrosos: el lavadero con dos enormes pilas de cemento junto al cuarto de baño de la lavadora, la cocinilla donde se hacía la matanza y donde los pequeños no podíamos entrar, y, al fondo del todo, el corral de las gallinas, justo debajo de una de las cámaras en donde se guardaban las pilas de grano en las que estaba terminantemente prohibido revolcarse - había ratas, decían. Yo no se si eso era cierto, lo que se es que el grano te producía unos picores tan grandes que tenias que meterte en la pila directamente. 

Patio lleno de maleza - al fondo las puertas del gallinero

Cuando llegábamos a ese último rincón de patio y mi abuela abría la puerta, esa que se ve en la foto detrás de mi tía Isabela, las gallinas venían a saludarnos por si les traíamos su comida, el salvado mezclado con serrín y agua en un cubo de zinc. Pero eso era más tarde, ahora veníamos a recoger los huevos, no a darles de comer. Ellas picoteaban alrededor de mis pequeños pies buscando comida y a mi me daban un poco de miedo y mucho asco de pisar la porquería que había por todo el suelo.

 El corral olía muy mal y no me hacia ninguna gracia meter la mano en los ponederos, donde a veces aun había alguna gallina que otra a ver si habían dejado cada una su huevo correspondiente.

 Yo creo que era la abuela la única que metía la mano en el ponedero y levantaba la gallina. Entonces nos daba los huevos para que los pusieramos en la cesta. 

Estoy segura de que no hice muchas veces esta tarea porque eramos muchas criaturas para ayudarle, pero yo aun recuerdo el mal olor del estiércol que siempre asocié con las gallinas del corral de la abuela. Ese estiércol que varias veces al año, después de limpiar el corral, unos hombres se llevaban para abonar los campos en Begijar en un carro tirado por burros que entraba por el gran zaguán de la casa hasta el fondo del patio.

Parecen pollitos, ¿verdad?

En estos día primeros del verano recuerdo esta tarea en la que acompañaba a mi abuela,  aunque yo no tengo gallinas, porque tengo un limonero que rebosa de frutos y del que se caen los limones maduros constantemente

El calor o la más ligera brisa hacen que el suelo se cubra de amarillo durante la noche y por la mañana yo salgo con mi cestita y rebusco y recojo los limones de entre las plantas del suelo.
  
Hay días que tengo que recoger la cosecha dos o tres veces. Aparto las hojas de las margaritas, la mata de pimientos o los tomatitos cherry y allí escondidos están los limones, tantos que ya no se qué inventar para gastarlos.

Hoy el muchacho que vino a arreglar la depuradora me rechazó una bolsa de limones. - Mi suegra tiene un terreno y tampoco sabemos qué hacer con ellos, -me dijo. 

Yo creo que los voy a llevar al mercadillo y se los voya regalar a quien tenga el valor de llevárselos ¡¡GRATIS!! 

Se esconden entre la maleza
 Porque parece que este año el limonero no va a parar nunca de dar limones como a mi me parecía  que hacían las gallinas de la abuela. Ella cada día recogía los huevos, como yo los limones y en su casa siempre había montañas de  huevos en la alacena que mis tías utilizaban para hacer flanes, bizcochos, dulces y comidas riquísimas.  
Las gallinas además eran la base del pequeño negocio de huevos de la abuela. Ella los vendía a las vecinas que llegaban con sus cesta de alambre a la hora de la siesta a comprar una o media docena y a echar un ratito de charla.
Yo solo se hacer zumo para limonada

 Mi abuela también tenía un gran limonero en el patio de atrás junto a una gran tinaja donde yo me escondía para que nadie me encontrara cuando jugábamos al escondite.  Yo siempre fui una niña tranquila.  
El pozo

Así que los limones me traen el recuerdo de su patio, sus gallinas y su pozo