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sábado, 4 de enero de 2025

Abducida por una bata-manta

 Lo mejor de que te toque un premio es cuando ni siquiera has participado en el sorteo. 

Los regalos de Sara y la bata-manta

A mí me tocó un premio de esos, sin participaciones ni boletos, en una tarde de encuentro familiar con regalos de amigo invisible en la Navidad del año pasado. Me apunté tarde a una visita a tía Mami para poder charlar con ella y con el resto del grupo y cuando terminamos el café y el roscón de Reyes, que alguien llevó para la merienda, todos, menos yo - que vergüenza- sacaron sus regalos, los pusieron encima de la mesa y dijeron, -- Este para Isa, este para Nico, este para Pablo, este para María Luisa, este para Mar, ¡este para tí!

Lo de adjudicar los regalos al azar me recordó a  cuando jugábamos a las prendas y nuestra tía Isa se ponía todas nuestras prendas en el regazo y con una prenda  escondida en su mano, decía al resto - ¿Que tiene que hacer esta persona para recuperar su prenda? y el resto de chiquillos sugeríamos los 'castigos': "Que diga tres veces 'Sardinas al Pie de la Torre', que dé dos vueltas  a la casa marcha atrás, que me traiga un caramelo, que cuente del 100 al 1 de dos en dos."  Y cuando tía Isa abría la mano y tu prenda estaba ahí y se había aprobado tu sugerencia de decir lo de las sardinas, eras tú quien se tragaba la respuesta del grupo cuando pronunciabas esa especie de sortilegio. -Sardinas al pie de la Torre - Mierda p'al que las pregone. ¡¡¡Tres veces!!! 

 Esto era un inciso. Lo que quería decir es que a mí me tocó un regalo el día que fuimos a la residencia de María Luisa y me vine a casa muy contenta del buen rato pasado y de llevar en brazos un enorme paquete, ligero para su tamaño, que parecía algo calentito. -Es una bata manta, --alguien me dijo. Y yo respondí:  No tengo ni idea de qué estás hablando ni tengo la más remota idea de a quién tengo que agradecer este premio/regalo. 

¡Gracias, Tere!
Cuando mi prima Carmen me explicó lo que era, me di cuenta de que justo unos días antes mi hermana Tere me había regalado algo parecido por Navidad, una chaqueta de estar en casa muy calentita, un maravilloso detalle por su parte, pero un poco intencionado. Creo que insinuaba que en mi casa hace mucho frío, ya que siempre me pide mi forro polar para estar con nosotros y me pareció que sería ella quien la iba a utilizar más.
 Yo, al fin y al cabo, vivo en esta casa y estoy curtida en el frío, tan curtida como lo estábamos todos los miembros de nuestra gran familia cuando vivíamos en el piso de la calle Manuel de Falla, un último piso que daba a tres calles, sin calefacción y sin aire acondicionado y nos calentábamos con braseros porque mi padre no se fiaba mucho de las estufas de butano. Él, que era químico, sabría qué extraños y tóxicos gases salían de la combustión del butano y solo las autorizaba en el salón porque era grande, pero nunca en los dormitorios.  Allí los inviernos no eran helados, eran gélidos. Como en mi casa, más o menos. Así que yo agradecí la chaqueta de Tere, aunque ella la usaba en sus visitas.

Me queda perfecta - dijo,
 y no se la quitó en todo el tiempo
Mi regalo para Sara
Cuando llegué a casa y abrí el regalo del amigo invisible y vi esta hermosa bata manta pensé que yo no la iba a usar, ya tenía algo parecido. Y se la guardé a Sara. Intuí que ella la iba a usar más que yo.
Al día siguiente Pedro y yo preparamos los regalos para los nietos y demás familia en el salón de casa, como hacían los Reyes Magos cuando éramos pequeños. Cada silla o trozo del sofá grande tenía un montoncito de regalos con el nombre y yo puse mi regalo para Sara en su rincón. Ellos llegaron a la hora de comer y apenas abrió el paquete,  Sara se enamoró de la bata-manta. Se la puso y no se la quitaba nada más que cuando Lucas era mas rápido que ella y se la ponía él. 
Sigo pensando que a ella le quedaba mejor

Y así pasó la Navidad.   Yo insistí en que Sara se llevase la bata con ella a Marsella, pero ya no había más sitio en el coche, y no hubo modo de que Sara y yo convenciéramos a Elvi, que prefería, sensatamente, unos litros de buen aceite o unos paquetes de jamón a incluir en su equipaje aquel enorme bulto..

Muy bien abrigaditos, todos y todas

Este año he sido yo quien ha descubierto los encantos de la bata-manta. Hasta ahora nunca la había utilizado, pero hace unos días lavé mi bata de estar en casa, Isa se había puesto la chaqueta de Tere y como me encontré la bata-manta por ahí, me la puse y aun no me la he quitado. Ahora siempre me la pongo cuando estoy en casa. Parezco un inmenso oso panda de color azul, un esquimal o una bata con patas, pero no me importa. He dejado los prejuicios estéticos aparcados hasta la primavera y como decía el refrán -Ande yo caliente y ríase la gente.
¡ La bata-manta me ha abducido!




 Si queréis, podéis también reíros vosotras, como yo me parto cuando me veo con esta pinta en el espejo. 



lunes, 9 de enero de 2006

Mas niebla que en London

 

 Las fotos de la izquierda las hice ayer en mitad de la niebla que nos rodeaba por todas partes. No se ni como tuvimos el valor de coger las bicicletas porque el día estaba oscuro, frío y sobre todo es que no se veía nada de nada. Yo llevaba una luz roja intermitente en la mochila y confiaba en que los coches, pocos porque era domingo, me vieran desde lejos.  

Todas estas fotos son desde el Mirador de Nívar, junto a la plaza del Ayuntamiento, que es el edificio en donde está el farol. Las de la derecha son de otras excursiones del invierno pasado y, como se puede ver, debajo de la niebla hay campos de olivos, colinas y al fondo la Sierra a la izquierda y Granada abajo.  

Pedro sobre las nubes  - con bici
Mi anuncio de Acuario
 Menos mal que la niebla desapareció completamente en lo alto de la Alfaguara. Allí hacía un día maravilloso y se veía por debajo toda la vega de Granada y todos los pueblos, incluidos los cerros de Sierra Elvira totalmente tapados por un manto blanco y espeso que tuvimos que atravesar de nuevo para volver a casa. 


 Bonito mar de nubes ¿verdad?