miércoles, 7 de diciembre de 2022

La misma edad

También fuimos a Londres - Rafa nos hizo esta foto
Tengo ahora justo la misma edad que tenía mi madre cuando vino conmigo de intercambio a Inglaterra. Ella, que estaba dispuesta a ir de viaje al fin del mundo aceptó mi propuesta de acompañarme durante las dos semanas que duraba la estancia de mis alumnas en Inglaterra con una de sus frases lapidarias:  -- Creía que nunca me lo ibas a pedir.

Como dos inglesas en Henley-on-Thames

  Yo la veía mayor, la verdad, y la veía cansada para aguantar un viaje tan intenso cuidando a veinte chicas adolescentes en un intercambio escolar, pero la que acabó agotada, exhausta y sin fuerzas fui yo.

El colegio nos alojó en una casa siniestra destinada a visitas de segunda categoría. las importantes se instalaban en el edificio principal, cerca de las habitaciones de la directora.  Mi madre no comprendía cómo un internado tan caro podría mantener esos edificios tan antiguos, donde los accesos por la noche, cuando las cancelas generales del colegio se cerraban,  eran un laberinto oscuro y tortuoso.  --Deberíamos haber traído una linterna, -decía cada noche cuando volvíamos a 'nuestra casa'. A mi no me importaba vivir en aquel lugar; nuestro apartamento tenia todo lo necesario y además estaba mas cerca de las casas donde vivían mis alumnas.

La primera semana fue agotadora porque teníamos actividades con el grupo de chicas todos los días y a ella le cansaba la cháchara eterna de las chicas y la energía con la que disfrutaban de nuestras excursiones.  Hasta que llegó el día de la excursión programada a Londres  y dijo que no se vendría con nosotras.  Ese día la dejé sola en el apartamento con la llave y dinero en libras. Yo ya le había enseñado donde estaba la iglesia católica y el centro comercial y cómo salir del laberinto del colegio.

Cosiendo en nuestro apartamento

Cuando volví por la noche agotada después de un día completo con las chicas en Londres, con trenes, metros y recorrido en el autobús turístico, además de las visitas de rigor raudas y por encima al Museo Británico, a la National Gallery y a los puentes del Támesis, ella  estaba fresca como una rosa descansada y cosiendo o quizá  tejiendo un suéter para un futuro nieto y me contó su jornada en la ciudad.  Había ido a misa a la parroquia católica y había estado hablando con el párroco en no sé qué idioma. Éste la había saludado al acabar la misa cuando reconoció que era una feligresa nueva y ella, que era muy dicharachera y muy charlatana, seguro que algo le respondería y se entendieron porque ambos eran cristianos felices.

La reina del Castillo - nuestro coelgio
 Fue a una mercería a comprar 'las mejores agujas de coser', que son las inglesas. También compró unos ovillos de lana y agujas de punto para hacer un jersey de bebé. Allí la entendieron bien, claro que la chica que la atendió era argentina.

King's College -Cambridge 

No acabaron allí sus conversaciones; se sentó en un banco en el parque a descansar y tomar el sol y estuvo charlando con una señora inglesa un buen rato. Me contó que intercambiaron recetas de cocina. ¿En qué extraño idioma hablarían?

Su única visita a un McDonald's

Pero sí que vino con nuestro grupo de chicos y chicas cuando fuimos a visitar el Castillo de Warwick y también vino a Cambridge aunque esta visita fue muy caótica y la comida fue terrible. Tras visitar el King's College y algún museo, acabamos en un McDonald's un sitio en el que nunca había entrado y nunca volvió a entrar en su vida.  No le gustó nada, y llevaba razón: la comida fue horrorosa.

Patio del Castillo de Warwick

En el Castillo de Warwickcomimos mejor pero solo porque regalamos nuestro packed lunch a las chicas y yo pedí a Geoffrey, el profesor inglés, que nos llevará a comer al restaurante del castillo.  Macario, mi compañero de Instituto que acompañaba a los chicos, siempre me agradeció mi gesto de fuerza, pero es que yo ya necesitaba una buena comida y un poco de descanso y sin embargo mi madre no se quejaba y aguantó aquella visita interminable por los tétricos pasillos de un castillo restaurado para turistas lleno de maniquíes y figuras de cera que reproducían la vida como había sido tres siglos atrás. Hasta los caballos parecían auténticos porque cuando pasábamos por lo que había sido los establos,  el olor a estiércol, a paja y a orines de los caballos se sentía por todos los sitios y las figuras se movían de tal manera que a mí una de ellas me asustó  y pensé que era un fantasma.

Junto a la sala de profesores -Puro otoño inglés

Creo que ella disfrutó mucho de aquel viaje, aunque durante nuestra estancia en el colegio solo pudiera hablar conmigo, y yo no podía hacerle caso todo el tiempo porque tenía que dividirme entre atenderla a ella  y cuidar de mis chicas. 

Pero todo le parecía bien y le gustaban las excursiones, la visita a Londres a ver a sus sobrino Rafalito, los paisajes de otoño ingleses, el día que nos invitaron mis amigos John y Maricarmen a comer con ellos en Eton, e incluso las comidas inglesas en el comedor del colegio rodeadas de cientos de escolares charlatanas.  

Fuimos a ver a Rafalito, que estaba de Erasmus

Aunque ella no podía hablar con las profesoras del colegio no le importaba; la verdad es que ella no necesitaba que nadie le dijera nada ni que le contestarán en su charla interminable. Ella me hablaba y hablaba y hablaba y hablaba y hablaba y hablaba y hablaba y hablaba y hablaba una conversación sin fin en la que ocupaba el día entero y cuando terminaba el día yo no sabía donde tenía la cabeza ni sabía de qué  había estado hablando. Sí, yo acabé intoxicada de palabras y agotada, pero también contenta de haberla invitado a este largo viaje. 


 

11 comentarios:

  1. Tu madre era una aventurera, le abrías la puerta del coche y casi no preguntaba adonde la llevabas. Me ha encantado tu relato y los recuerdos de ella que me ha traído. Un besico

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    1. Es cierto. Era una aventurera valiente, porque si que le echó valor a venir conmigo en este viaje.
      Espero que nos veamos pronto y la recordemos en esta primera Navidad sin ella. Besos para todos los que estáis por ahí y gracias por pasarte a leer mi relato.

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  2. Yo recuerdo a tu madre con ese abrigo tan bonito y también ese chaquetón de vuelo.

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    1. Yo compre ese abrigo/gabardina con ella y al principio dijo que era demasiado colorido que no lo iba a usar mucho, pero no se lo quitó en varios inviernos!!
      He visto en tu blog que has tenido problemas con tus ojos en estos días. Espero que estés mejor.

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    2. Más que problemas, una sustitución de piezas desgastadas por el uso...

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  3. Me ha encantado tu relato. Creo que leí algo o ví fotos hace años .
    Realmente aventurera... tú

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    1. Si, hace años subí unas cuantas fotos de este viaje. Ahora lo he contado con más detalle.

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  4. Qué bonito, Pili, ¡y qué bien escribes!

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    1. Gracias. Y qué ilusión me hace que aun me leas de vez en cuando, dear nephew!

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  5. Precioso Pili, orgulloso de haber formado parte de esa experiencia de tu madre en el extranjero. Un besito a todos

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    1. Hola Rafa, me encanta que me visites aunque sea en mi blog. Pasamos un buen día en Londres, a pesar de la desastrosa comida del restaurante chino!! Un beso

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