Las uvas de la parra muy bien protegidas de avispas y pájaros |
La parra de La Yedra |
La familia bajo la misma parra |
Os traigo esta historia junto con las uvas bien protegidas de la casa de Gójar y las uvas de la parra de La Yedra, que también procedían del mismo tronco, ¿o era raíz?:
"Cada uno tiene sus manías y yo también tengo un buen puñado de ellas. Ayer, por ejemplo, me sorprendí
quitando los rabillos a las uvas para que el racimo que aun quedaba en el
frutero no tuviera aspecto de corona de espinas. Ver los pinchos salir
proyectándose de la fuente de cerámica estaba empezando a inquietarme, así que
no dije nada, me levanté y me fui a la cocina.
Cuando volví al comedor con las tijeras grandes del pescado en la mano, los demás se volvieron hacia mí, por un momento dejaron de ver las noticias de la tele y me preguntaron si iba a podar las flores muertas de las varas de nardos del florero que hay encima del aparador.
Esos rabillos... |
Cuando,
sin decir ni media palabra, ataqué y recorté los rabillos de los racimos del frutero se quedaron de piedra mirándome fijamente
hasta que yo misma me descubrí
haciendo algo absurdo y me eché a reír. Dejé de cortar los rabillos de las uvas arrancadas de cualquier manera y me senté para continuar con la tertulia de la sobremesa. Los otros volvieron a la conversación o las noticias, ya un poco más tranquilos.
Esto de los rabillos de las uvas creo que me viene de familia: mi madre se enfadaba cuando nos veía arrancar las uvas del racimo sin tener cuidado de llevarnos el rabillo con ellas y a mi, que nunca me había importado, ahora me esta empezando a afectar. Pero desde ese día es solamente una manía que practico en la soledad de la cocina."
Un día de estos la dividiré en varias plantas |
Gracias por el ofrecimiento, primo. Por favor, guárdame algún esqueje de vuestra parra que buscaré un buen lugar en mi jardín para la abuela Isabel, igual que en un rincón tengo también guardado un recuerdo de la tía Mariana de la que finalmente al menos heredé una pilistra - Una aspidistra, claro. Otro día os contaré esa historia.
¡Ay! Parece que estoy viendo mi padre enfadarse por ver un racimo de uvas con alguna arrancada de mala manera. Por eso, era comprarlas y se partían en racimitos más pequeños, para que así, si me apetecía una uva... me tuviera que llevar cinco o seis.
ResponderEliminarMe alivia pensar que no eran solo manías nuestras. Pasa unos buenos días. Un beso
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