Un amour de petit poney. |
Mi profesora de francés en el colegio nos enseñó muchas canciones y nos leyó, en español, menos mal, Le Petit Prince. Cuando terminó de leernos este maravilloso libro y antes de que yo cerrara la boca, que se me había quedado abierta de pura emoción, me puso los pies en la tierra diciendo, -- Para dentro de dos semanas quiero un resumen en francés de dos hojas de cuaderno sobre este cuento.
Los baobabs |
Ni yo ni mis compañeras de clase rechistamos y ninguna de nosotras teníamos ni idea de francés. Estábamos en Segundo de Bachillerato y acabábamos de ponernos en contacto por primera vez con esta lengua. Pero entonces no teníamos ningún derecho a protestar y hacíamos lo que nos mandaban hacer. Yo tuve pesadillas durante quince días y soñaba con el aviador llevando al pequeño príncipe en sus brazos y con la serpiente que me mordía el pie que me quedaba fuera de las sábanas. Soñaba con una rosa caprichosa y con un baobab que se desbordaba de la maceta. Soñé lo que quise y al final escribí mi resumen, la mayor parte de él en un horroroso francés con los verbos en infinitivo, como si yo fuera una india de las praderas - de Canadá, claro.
La serpiente de mis pesadillas |
L'autre jour mon père m'a donné — quoi ?
Un amour de petit poney — ah !
Comme il est juste à ma hauteur — oh !
Je monte sur son dos sans peur — non !
También me sé Le bon roi Dagobert , que llevaba los pantalones del revés. Una vez se la canté a Lucas y Sara, y su padre se la terminó para ellos porque yo no recordaba el final. Los dos pequeños me miraron con los ojos como platos cuando vieron que su padre y yo sabíamos la misma canción y eso que - según ellos - yo no hablo francés, quien realmente lo habla bien es Pedro, solo que lo habla poco porque quiere que los nietos practiquen el español - eso dice Lucas.
Clair Matin |
Nos enseñó una canción de los scouts, Clair Matin para animarnos durante los tristes y grises días de aquel largo invierno escolar. Siempre que nos veía un poco bajas de ánimo cantábamos a voz en grito esta alegre canción, nos poníamos mas felices que unas pascuas y le perdonábamos sus extrañas manías, como la de repetirnos una y otra vez cuando nos veía comer pipas en el patio a la hora del recreo -- En Francia solo comen pipas las gallinas.
Por Navidad nos enseñó un chant de noël Entre le bœuf et l'âne gris que yo canto cada año en Navidad en voz baja, solo para mí, para rendirle a mi profesora el pequeño homenaje de agradecimiento que entonces no le demostré. Me consuelo pensando que aquel curso yo tenía 11 años, y que bastante hice aguantando que me tirara trozos de tiza cuando yo no paraba de charlar con Marujita, mi compañera de pupitre. En una ocasión se enfadó tanto que a Charo, que estaba justo detrás de nosotras y que realmente se portaba fatal en clase, le tiró el borrador a la cabeza. Menos mal que Charo lo vio venir y el borrador se estrelló contra la ventana que daba a la calle San Antón.
No recuerdo haberme aburrido nunca en clase de Mademoiselle Francette Martinez. ¿Se llamaba así?
Entre le bœuf et l'âne gris |