En la tienda de labores modernas de la calle San Antón,
ayer una señora enseñaba costura a tres niñas de la edad de Isa chica. Mientras cosían aplicaciones en unos tapetes, ella les explicaba cosas y les hacía
preguntas. ¿Quién sabe la diferencia entre una aguja y un alfiler? Una de ellas, muy aplicada, lo sabía: 'La aguja
tiene un ojo, y el alfiler tiene una cabeza.'
Y yo me quedé pensando que nosotras no estudiábamos estas teorías, sencillamente hacíamos prácticas.
Durante el curso cosíamos muestras de bodoques, cadenetas, presillas, ojales, zurcidos y cosas parecidas
en clase de hogar y durante el verano, hacíamos labores de punto de cruz a la hora de la
siesta.
|
Mis labores |
Pero otras veces, sobre todo cuando estábamos en Cázulas, a
la hora de la siesta, mientras los mayores dormían y la casa estaba a oscuras,
nosotros salíamos de excursión.
No le temíamos al terrible sol de la hora, ni al tremendo
calor que desprenden los bosques de pinos. Como no conocíamos los senderos, trotábamos por los cortafuegos monte arriba a
buscar el mar aunque fuera desde tan lejos.
Y si no había mar, siempre había almendras que recolectar
y algún que otro cortijo abandonado donde sobrevivían a duras penas algunos
árboles frutales que nos proporcionaban una sabrosa merienda de ciruelas o melocotones.
|
!966 - Agosto - Río Verde |
|
Mirador o Parador de la Cabra Montes - Hoy en ruinas |
|
La serrería |
|
Los cortafuegos |
|
Aquí empieza el sendero |
|
¿A que se parece al cauce seco del Río Verde? |
A veces también encontrábamos una pequeña fuente para
refrescarnos. Pero lo normal era terminar la excursión en el río Verde, aunque
entonces no tenía nombre para nosotros, y remojarnos los píes mientras
caminábamos por él de vuelta a la casa y a la serrería. Llegaba la hora de
arreglarse para sentarse en el porche a esperar la cena y la oscuridad de la
noche. Después, ya era hora de contemplar las estrellas y la luna y las polillas arremolinadas en la lámpara de
encima de la puerta. Entonces rezábamos
el rosario en familia "para mantenernos siempre unidos".
Quedaban unos momentos para acostar a las pequeñas, un
rato de charla, planificar la excursión del día siguiente y un poco de lectura,
quizás alguna carta a los amigos o amores.
|
Sendero del acantilado |
Durante las excursiones que hacemos en estos días de
verano, cerca de la Playa de Cantarriján o por Cerro Gordo, el olor caliente de
los pinos me evoca aquellas tardes de verano a la hora de la siesta.
Os traigo unas fotos del pasado y del presente.
El verano es buen tiempo para recordar que entonces los días eran mas largos y los caminos menos duros. ¡Y sobre todo, eramos mucho más jóvenes!
|
Como los caminos de Cázulas |
Que de recuerdos... y esa foto han pasado tantas cosas, tantas excursiones, tantos senderos, tantos paisajes pero Cazulas siempre fue realmente expecial...
ResponderEliminarComo ya has visto, mis siestas eran más solitarias, aunque luego, ya más tarde, sí salía a jugar con las amigas y hacer collares con los "periquitos" (dompedros), que abrían al atardecer y biznagas con los jazmines.
ResponderEliminarEs que tu barrio daba mucho juego. Yo cogia hojas de las moreas de la calle Alhamar para los gusanos de seda, y cogíamos los jazmines para hacer pequeños ramos hasta que las vecinas de las casas salían hechas unas fieras para decirnos que no les robáramos mas flores!!
Eliminar