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miércoles, 29 de marzo de 2023

Ángeles de la guarda

Mi bici, la atalaya y alguien esperándome allí arriba

No todos los ángeles de la guarda rondan alrededor del hermano pequeño de la familia cuidando su desmanes o despistes; a veces alguno se acuerda de nosotros y se nos aparece en un pueblo lejano cuando más falta hace, o cuando habíamos olvidado que existían los ángeles.

Dos excursiones en bici con ángeles. Una de hace muchos años, otra del domingo pasado.

 

 

Vista de Deifontes desde la atalaya - pinchazo por el camino

Dos ciclistas por esos cerros de la atalaya 
Paseo por Deifontes

El día que pinchamos las ruedas de la bici dos veces en el camino que va a la Atalaya de Cogollos y otra vez más en la bajada a Deifontes, tuvimos que pasearnos por todo el pueblo tirando de las bicis -menos mal que entonces eran muy ligeras, no los pesos pesados de nuestras bicis eléctricas de ahora-  y no encontramos ni un maldito taller de reparaciones de bicis, ni un bazar todo a cien, ni nadie que nos vendiera una cámara nueva.

 

Nos sentamos en la parada del autobús con cara de desolación, hambre, cansancio y sueño y la sensación de que el servicio discrecional no iba a querer montarnos con las bicis y además no nos llevaría a nuestro pueblo, sino que nos dejaría en Granada y de allí, a ver cómo íbamos a llegar a Albolote.

 

 

En la parada del autobús, junto al río

Nuestro ángel apareció montado en un corcel, el panadero en su furgoneta. Él bajaba de Alfacar con el pan del día y recorría los pueblos de la zona. Nos lo cruzábamos por esos caminos y nos conocíamos desde hacía tiempo.

 Cuando nos vio sentados en la parada, tristes y abatidos, esperando el paso del tiempo, se acercó a preguntar qué hacíamos allí. 

Y nuestra historia de ángeles de la guarda empezó esa mañana, y aun no ha terminado.

 Le conté la historia a Lucas y él la ilustró para vosotros.

El panadero haciendo sitio a las bicis entre las barras de pan

Porque hablando de nuestras nuevas bicis, ahora de nuevo las llevamos - o nos llevan- a todos esos pueblos, parajes, montañas y atalayas que recorríamos hace mas de diez años, y que estoy segura nos echaban de menos tanto como nosotros a ellas. 

 

 

 

Han arreglado el parque y la parada del autobús

 Así que poco a poco cogemos fuerzas y valentía y nos animamos a llegar mas lejos, y el domingo nos fuimos a Deifontes para comprobar que la escuela taller ha arreglado los accesos al pueblo y están limpiado el cauce del río bajo el puente de la entrada al pueblo. 

En recuerdo de su antigua industria maderera han instalado una vieja maquina en una plataforma y además  han erigido un monolito de bienvenida para que nadie duda de a que pueblo has llegado.

¡¡Hemos vuelto a Deifontes!!

 

 Allí en el monolito, nos tomamos una barrita y un acuario y yo hice las fotos de rigor y allí olvidó Pedro su mochila y allí tuvimos que volver a buscarla cuando ya casi habíamos llegado al Cortijo de los Arenales en la antigua carretera de Jaén.


 El regreso a  Deifontes en turbo fue espectacular, parecía una prueba contra reloj. En quince minutos estábamos de vuelta en el monolito y allí no estaba la mochila, pero estaba nuestro ángel y esta vez vestida completamente de blanco, sería una ángela. 

Junto al río Cubillas

Era una de las chicas de la atención domiciliaria a personas mayores e impedidas, una de las muchas que yo veo en mi pueblo también que de van en casa en casa ayudando a los que necesita ayuda. Ella paseaba a una señora en silla de ruedas por la zona y había hablado con otra compañera suya que recogió la mochila cuando la vio olvidada allí, --Me la llevo al Ayuntamiento. Si ves a dos hombres y una mujer en bici que vuelven buscando algo, diles que la he dejado en el Ayuntamiento, y llama que vendrán a traerla, --le dijo.

Un hombre en un coche blanco, también, apareció con la mochila. 

Selfie feliz

Un ejercito de ángeles nos rodea.

martes, 6 de septiembre de 2016

El Cortijo del Marqués

Las bicis y el cortijo del Marqués en un día de diciembre
Por esas extrañas casualidades de la vida El Cortijo del Marqués ha aparecido varias veces en la mía.
Esta de la foto fue la primera vez y la recuerdo con ilusión porque conseguimos llegar hasta allí en la bici sin perdernos, siguiendo las indicaciones de Pablete, que era el que primero nos habló de este lugar, y fue una fantástica recompensa para una dura etapa.
Los ciclistas cerca del cortijo
Volvimos en primavera al año siguiente, ya conocíamos bien el camino - hay que coger la vía de servicio de la A-44 en la rotonda del cruce con Deifontes, y se sigue por esa pista hasta llegar al Cortijo. En aquella ocasión, con la boca abierta como los bobos, descubrimos este maravilloso panorama:
Amapolas
Al fondo Sierra Arana o Sierra de Iznalloz y olivares
Springfield
Un fondo de pantalla lleno de amapolas
  Así que yo me puse a hacer fotos como una loca. Incluso la fotografía que utilizo como fondo de este blog la hice por ese camino del Cortijo en otra de nuestras visitas con la bici.
Y volvimos mas veces, claro.
El Cortijo desde la era - ahora aparcamiento
El palomar
El palomar redondo - ¡creo que ahora es la suite nupcial!

Las bicis por el camino - !!Observad el fondo de este blog!!
Los campos en primavera

En primavera - trigales

Los campos

Los trigales - al fondo, el Cortijo

Mas trigales, mas campos

El camino hacia el Cortijo - Sierra Arana

Perfecto para la bici, para las celebraciones, para descansar, o...

Ahora solo me queda desear a Pau, Lorraine, sus amigos y su familia que pasen allí unos maravillosos días con motivo de esa boda que han venido a celebrar desde Irlanda.
Que no haga demasiado calor -aunque hay piscina, por si acaso - y que todo vaya estupendamente.