Como toda la vida |
Hay muchas formas de pelar las almendras, aunque básicamente el proceso es siempre el mismo. Yo llevo haciéndolo así desde que mi madre me enseñó a pelarlas cuando era pequeña. Ella las ponía a hervir, las aclaraba en el chorro de agua fría y me las daba en un colador.
- Pélalas para la gallina en pepitoria, o para
los cardos, o para el ajopollo - me decía.
Y
yo lo hacía como ella me había enseñado: apretando la piel para que las
almendras salieran enteras y no salieran corriendo o volando de mi bandeja.. Lo
hacía con cuidado. Cuando terminaba, le daba el puñadito de almendras
blancas , lisas y relucientes, que ella freiría y machacaría con pan y ajo frito
más tarde.
Pero yo no sé describir este proceso de pelar
las almendras con tanta belleza como lo hace Katherine Mansfield en uno de sus
cuentos. - En la fotografía os dejo el texto para que lo podáis disfrutar.
Lo traduciré - lo prometo |
Leí este libro Bliss
& Other Stories hace unos meses y esta descripción de algo tan sencillo
y tan antiguo, me llegó al corazón y le hice una foto para no olvidarla.
Quizás
es que recordé a mi madre o quizás solo es pura envidia de saber describir
estos pequeños momentos como si se tratara de grandes hazañas de la vida. Pero
no todo el mundo realiza grandes hazañas. La mayoría de las personas a lo más
que llegamos es a vivir cada día con nuestras pequeñas historias y tratar de
saber contarlas lo mejor posible.
Leedla, leed a Katherine Mansfield. Sus cuentos son pequeños-grandes tesoros.
Almendros en flor - Valle de Lecrín
Yo también pelo así las almendras, solo escaldadas, o sea, con un hervor rápido. Así lo hacía mi madre, pero como ella era manchega, luego no las freía, sino que las machacaba tal cual para el pollo con almendras o el bacalao, que también está así muy bueno.
ResponderEliminar... Y lo que no decimos ninguna de las dos es que, mientras pelamos, alguna va para adentro que así, casi crudas, a mí me encantan.
ResponderEliminarEso se da por descontado. A mi me encantan crudas, fritas, tostadas, solas o en un guiso. Riquisimas!!
EliminarMi abuela, extremeña, lo hacía igual y así se lo enseñó a mi madre y las dos a mí. ¡Qué haríamos sin almendras para el dulce y el salado!
ResponderEliminarY que hariamos sin poder disfrutar de los campos de almendros en flor cuando salimos por ahí? Si salimos, claro!!! Un beso grande!
ResponderEliminarExactamente... Si salimos, porque yo veo pocos almendros, la verdad. Los que tengo más a mano están en el Jardín de los Alixares, que tampoco es que esté al lado de mi casa.
ResponderEliminarCual es el Jardín de los Alixares??? Yo conozco el Mirador de los ALixares, allí por la colina del cementerio....
EliminarEse, el que subes en un ascensor dentro del cementerio y tiene un estanque en medio.
ResponderEliminarhttps://www.flickr.com/gp/28272464@N07/66Xm898b18
Eliminarsi, lo conozco. Un lugar muy bien diseñado y perfecto para un rato de silencio y reposo, nunca mejor dicho!
EliminarSiempre asocio los almendros con los primeros viajes a la playa cuando el frío deja de arreciar. Por la ruta aparecen ya las primeras flores, tímidas al principio, y poco a poco van tomando fuerza.
ResponderEliminarExacto, ese es el momento. ¡Qué bien lo describes, hermana!. ¡Cómo se nota que vas para escritora famosa! Un beso
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