viernes, 28 de enero de 2022

Si me quieres escribir ...

 .. ya sabes mi paradero - en el frente de Gandesa, primera linea de fuego."

Eso decía la canción, pero yo no me fui a Gandesa a la primera línea de fuego sino a un Campamento Internacional de Verano, de esos que organizaba la Sección Juvenil del Movimiento - no me preguntéis de qué Movimiento hablo .

¡Qué joven! En Peñíscola
Aquel verano mi hermano Nicolás y yo pasamos quince días 'trabajando' en Gandesa de aprendices de arqueólogos junto con varios profesores de la Universidad de Barcelona que tenían más cuidado en que no destrozáramos nada con nuestras manazas que en darnos un trabajo efectivo.

Nosotros solamente teníamos que cargar la tierra que los expertos arqueólogos habían sacado de la excavación en unas carretillas de mano y la llevábamos hasta unos vertederos cercanos.  Algunos privilegiados entre nosotros, con unos pequeños cepillitos o pinceles, limpiaban de tierra los restos de cerámica que los profesores dejaban pasar por sus manos.  Tuvimos suerte de no desenterrar ningún proyectil sin estallar, los restos de la batalla del Ebro, pero si era fácil encontrar por esa zona correas o restos metálicos que no eran de la edad del bronce, sino de la edad de la lucha, el dolor y la miseria. 

En realidad, nuestros días en aquel campo de trabajo eran mas bien unas vacaciones pagadas por el Ministerio de Educación - entonces no había Ministerio de la Juventud para dar una imagen de un país culto, avanzado y preocupado por sus jóvenes entre los estudiantes extranjeros, que eran mayoría en aquel grupo.  Era el verano de 1973, Franco aun vivía pero el régimen hacia lo posible e imposible por lavarse un poco la cara. 

Lo hicieran por el motivo que lo hicieran, nosotros lo pasamos en grande: solo trabajábamos un par de horas por las mañanas, y por las tardes, nos llevaban de rutas turísticas por los alrededores. 

Excursión a La Fontcalda

Así conocí yo la Cataluña de esta parte del Ebro, rincones pintorescos como La Fontcalda o pueblos como Pinell de Brai y Mora de Ebro o Tortosa, algunos pueblos hermosos de la provincia de Teruel, como Calaceite,  y los pueblos turísticos de la Costa Dorada, Salou, Cambrils, Peñíscola. Todo me parecía nuevo y maravilloso. No aprendí nada de arqueología, pero pude practicar mis conocimientos de inglés, francés y catalán.

Buenas comidas, siempre
Hice algunos buenos amigos con los que mantuve correspondencia durante muchos años. Recuerdo a  Margaret de Manchester  porque unos meses mas tarde, Nico decidió ir a visitarla desde Cambridge, donde pasaba unos meses trabajando en la cocina del Trinity College y aprendiendo algo de inglés con el cocinero chino. Fue aquel cuso en que el Ministro de Educación, que era de Armilla, decidió que el curso debía empezar en enero en lugar de en octubre - fue el famosísimo Calendario Juliano, ya que se llamaba Julio Rodríguez. En esos tres meses Nico, además de fregar platos y comer 'fish and chips',  aprendió a circular en bici por la izquierda y a decir 'My taylor is rich'  y 'The book is on the table' y poco más.

Mis nuevos amigos del campamento me contaban historias de sus vidas y sus países que a mi me parecían venidas de otro planeta.  Guardo un recuerdo especial de una pareja joven de belgas,  Monique y Jorge,  que practicaban su español porque tenían planeado emigrar a Venezuela. Decían que en su país no había trabajo y Venezuela, tras la crisis del petróleo del año 73, era un país con un gran futuro. (¡Y tanto!)

Me encantan sus canciones desde entonces

Allí descubrí a Leonard Cohen y me enamoré de él.  Con mis amigos de Gandesa  descubrí también que el catalán no era solo la lengua de las canciones progres de Raimon, Pi de la Serra o Serrat que cantábamos a voz en grito por el pasillo de nuestra casa, sino que la gente de verdad, la gente de aquel pueblo hablaba en catalán. Y yo también hablaba en catalán con ellos que no podían creer que los entendiese. 

Fue un buen campamento. A mí me abrió los ojos, a los guiris puede que les abriera el apetito, porque nos preparaban unas comidas excelentes y nos trataron a cuerpo de reyes. 

No nos importaba dormir en las literas que habían colocado en las dependencias de la escuela municipal, ni que los aseos tuvieran pocas duchas - total, solo las usábamos las dos chicas de Murcia, Alicia y Fátima, y yo; ya sabéis: las inglesas, las francesas y las alemanas se lavan, o se lavaban, a trocitos con sus manoplas, metiendo los pies en el lavabo.  Yo me partía de risa viéndolas hacer contorsiones para poder quitarse el polvo de la excavación arqueológica y el sudor de los días de verano. 

Fuego de campamento con galletas

Si los días eran intensos, las veladas eran eternas: en el patio de tierra de la escuela hacíamos hogueras, como en un antiguo campamento de boy scouts, y alrededor cantábamos, reíamos, comíamos galletas y bebíamos. 


 


 NOTA FINAL:

He encontrado nuestro yacimiento arqueológico en la página web del Museo de Arqueología de Cataluña (MAC). Se trata del COLL DEL MORO. Esto es lo que dicen en esta pagina:

El poblado ibérico del Coll del Moro, en el municipio de Gandesa (Terra Alta) es un notable ejemplo de asentamiento artesanal y manufacturero del pueblo ibérico de los Ilercavons. Su estratégica posición apunta a que sería un asentamiento importante para controlar los intercambios comerciales entre la costa y las tierras del interior. .....

En un blog, CULTURA Y TURISMO, he encontrado esta información:

 El Coll del Moro ofrece una estupenda panorámica del pla o llanura de Gandesa y de las sierras de Montsagres. Aquí se ubicó por ello un puesto de mando de observación del Ejército Nacional durante la Batalla del Ebro en la Guerra Civil, visitado por el general Franco desde su residencia en Calaceite.

Ahora me doy cuenta de que era un yacimiento importante y en las fotos actuales se pueden observar restos de construcciones defensivas y pozos, pero os aseguro que el verano que yo estuve allí, no había mas que mucha piedras amontonadas en lo alto de una pequeña colina. ¡¡Nosotros, los arqueólogos de la Universidad de Barcelona y sus jóvenes ayudantes hicimos un buen trabajo!!

 Fuimos pioneros y fuimos felices.   Qué suerte haber tenido veranos así.


viernes, 21 de enero de 2022

Víspera de Reyes

Tejidos y novedades

 Decidí trabajar en la tienda de mi tía durante las vacaciones de Navidad porque quería sacar dinero para pagarme el viaje de fin de curso; no sabía que además de aprender a vender ropa y juguetes y a envolver regalos, aprendería también una lección de vida y de política. 

Me convertí en una experta en envolver regalos

 Aunque aparentaba modernidad, era una tienda de las de toda vida y eso yo lo notaba en el género que vendíamos, el personal y las clientas. Digo clientas porque allí solo entraban señoras de mediana edad y de clase media. La tienda estaba en el centro de la ciudad y su clientela era de la zona. No era la mas barata, pero tampoco la mas cara.

No me fue mal en la tienda, aprendí mucho de mis compañeros de trabajo que no eran temporeros como yo. Recuerdo a Carmen y a Castaño. Ella llevaba la sección de ropa de señora y niños y él era nuestro jefe de personal y era quien distribuía los trabajos según las necesidades de la tienda. Los primeros días me asignó la sección de ropa interior y aprendí a distinguir las combinaciones de los visos o las fajas de cuerpo entero de las que solo eran culotes. Yo le echaba paciencia a las señoras, pero no podía asesorarlas porque yo de esas prendas aun sabia muy poco.

El cine Goya por esos años

Durante mis primeros días vendí ropa, pero pronto empezamos a vender juguetes. Una tarde cuando cerramos la tienda, vaciamos las mesas que estaban junto a la escalera de la entrada de camisas, jerséis y pantalones y pusimos sobre ellas camiones, construcciones y muñecas.

 De un día para otro parecía que había cambiado de tienda, pero solo había cambiado la temporada. Acabábamos de empezar la autentica campaña de Navidad, Navidad a la española, donde los juguetes y artículos de regalo se empezaban a vender y comprar a partir del día 25 de diciembre. Entonces nadie conocía a Papá Noel, solo teníamos Reyes y sin exagerar.

Fueron jornadas largas e intensas. La primera mañana que tuve que pasar cinco horas de pie, acabé tan cansada que cuando llegué a casa a comer me senté en un taburete en el office, junto a la mesa de mármol donde Catalina planchaba hasta los vaqueros y le dije a mi madre --De aquí no me muevo hasta que no sea la hora de volver a la tienda. Estoy agotada; no puedo con mis zapatos ni con mis pies. No sabia que estar tantas horas de pie era tan agotador. No puedo con mi alma. Por favor, dame un plato de comida. Comeré aquí-. Y ella me entendió y lo hizo así.

Ropa interior de señora de la época

 ¿Cómo iba yo a saber lo que era estar de pie de 9.30 a 14.00 y de 15.30 a 21.00? Yo era una estudiante de instituto y solo sabia lo que era estar sentada todas las santas mañanas de todos los días de la semana, mes tras mes, año tras año. ¿Estar de pie? No sabía nada. Nada de trabajar, hablar, atender, cuidar, ordenar, ser amable, ser paciente. No sabia nada y todo eso lo aprendí durante las dos semanas que trabajé en aquella tienda tan variada.

Hice amigos y me llevé bien con mis compañeros. Carmen nos enseñaba el trabajo a mis dos primos y a mi, todos novatos. Ella nos explicaba las tallas, las composiciones de los tejidos, el sistema de ordenación de las cajas de las camisas, corbatas, calcetines, pijamas y bragas. Nos  reíamos con ella por nuestras meteduras de pata. Ella nos cubría con Castaño y con el dueño de la tienda y gracias a ella sobrevivimos bien en un ambiente tan nuevo para mi.

Vendíamos prendas  muy parecidas, ¡pero no en euros!
 
Solo lamentaba saber que mis amigas estaban de paseo o de compras durante todas esas horas que yo pasaba allí. Ellas disfrutaban de las vacaciones y a veces se pasaban a verme un momento simulando estar interesadas en esa moda para mayores que vendíamos allí. --No, gracias. No era eso lo que buscaba para mi madre.-- me decían. Y subían las escaleras riéndose y diciendo adiós con la mano. -- Nos vemos el domingo.

 

Nos convertimos en una tienda de juguetes

Yo en realidad no las esperaba a ellas, me daba igual verlas que no. Yo soñaba con que el niño que me gustaba apareciera por allí y me imaginaba que bajaba las escaleras del sótano donde estaba la tienda, buscándome desde lo alto entre los empleados, se dirigía a mi y me decía - ¿A que hora sales de trabajar? Pero eso no pasó nunca. 

Recuerdo la víspera de Reyes. El día fue eterno y agobiante. La tienda estaba a rebosar de gente que hacia sus ultimas compras como si no hubieran tenido tiempo para hacerlas antes. Se habían agotado las muñecas parlanchinas, los juegos de mesa y los camiones volquete. Pero la gente compraba y compraba lo que fuera casi sin mirarlo, y sin mirar los precios. 

Albóndigas con patatas

La noche del 5 de enero la tienda cerraba muy tarde y los empleados fuimos a cenar por turnos a un restaurante cercano donde el dueño nos había dejado la comida pagada. Era el Restaurante los Manueles, en la Plaza del Carmen. Teníamos la mesa preparada y nada mas sentarme a ella me pusieron un plato de sopa y unas albóndigas con patatas. Creo que son las mejores albóndigas que he probado en mi vida. Luego supe que era un restaurante muy famoso en Granada, pero yo entonces no tenia ni idea de nada y de comer fuera de casa menos aun.

Fantasmas del pasado

 Apenas se cerraron las puertas y en menos de una hora habíamos despejado todas las mesas y mostradores de juguetes y regalos y volvieron a aparecer todos los artículos de ropa que habitualmente las ocupaban, pero además encima de los montones de camisas, jerséis y pantalones colocábamos carteles con los nuevos precios. REBAJAS. Al día siguiente era el día de Reyes, pero el día 7 empezaban las Rebajas y todo se quedaba preparado desde esa noche del día 5.  Yo si que no estaba preparada para estos cambios. 

Volví a la tienda el  día 7 muy temprano, estaba incluido en mi contrato particular.  Tenia que vender ropa como hice los primeros días y ese primer dia de Rebajas se esperaba mucho publico.  Todos los empleados nos colocamos como para pasar revista y cuando el dueño vio que todos estábamos en nuestro lugar, mandó a Castaño a abrir las puertas del establecimiento.  Entró la avalancha humana:  una masa compacta que bajaba las escaleras a toda velocidad. Al llegar a la tienda las señoras se repartieron entre las mesas como un río desbordado que llegara a una gran llanura. 

¡¡¡REBAJAS!!!

Lo peor no eran las clientas desesperadas por encontrar gangas y peleándose por camisones a 200 pesetas, que revolvieron toda la ropa en diez minutos; no, lo peor eran los padres que llegaban con un camión, un coche o una excavadora bajo el brazo a protestar o devolver los juguetes que ya no funcionaban.  Yo podía atender a las ventas de las rebajas, pero no sabia qué hacer con las reclamaciones  de los juguetes. En el fondo me daban mucha pena porque ya me había dado cuenta cuando los había vendido que eran malos, que estaban defectuosos y que no durarían ni cinco días. Pero no habían durado ni dos siquiera.

Trabajé exactamente 12 días, los doce días laborables de las vacaciones de Navidad.  Mi tía me pagaba 100 pesetas al día, así que gané 1200 pesetas. Nunca había tenido tanto dinero en mi vida. Mi padre me lo ingresó en la misma cartilla de ahorros en la que había ingresado durante varios años el dinero que me mandaban mis padrinos por mi cumpleaños. Yo me sentía feliz porque tenia dinero para el viaje de estudios que haría con mis compañeros del Instituto cuando acabara el curso.

Habíamos planeado ir a Madrid o quizás a París, si había suerte. Elegimos a un pequeño grupo de compañeros que se encargaban de las finanzas. Ellos recogían el dinero de la lotería, de las fiestas en la boîte de la Piscina Neptuno, de las rifas, de la venta de polvorones y de cualquier otra actividad que se nos ocurriera. 

Los días del curso pasaban con clases y exámenes. Ya nos conocíamos mejor e íbamos afianzando las amistades que quizás nunca perderíamos, pero también las enemistades. Recuerdo los rumores que circulaban sobre el dinero que habíamos recogido. Nadie sabía cuánto dinero teníamos en nuestra hucha pero todos vimos como Domingo, el que la guardaba, apareció aquel invierno con una magnifica cazadora de cuero y unas botas de última moda, cómo nos enseñaba los discos que se había comprado y nos hablaba de las discotecas que frecuentaba.

Torpes, ingenuos, tontos.  El curso acababa y la comisión se había disuelto. El único responsable del dinero, Domingo, lo había disuelto también y  se perdió con su cazadora nueva y sus botas, sus discos bajo el brazo y su colección de asignaturas suspensas. No volvimos a saber de él. 

Al final no pudimos hacer el viaje. Lo poco que quedó en nuestra hucha común solo nos pagó una cena fría en una cafetería frente a los Jardines del Triunfo. Como con las albóndigas de la Víspera de Reyes, aun recuerdo el sabor de la ensaladilla rusa y de la decepción.

Un día, unos años mas tarde, su foto apareció en el periódico, no en la sección de sucesos como un chorizo más, que en el fondo lo era, sino en la sección de política local. Domingo había sido elegido como concejal de urbanismo por uno de esos partidos pequeños y efímeros que abundaron al principio de la transición a la democracia. Ya no llevaba puesta su cazadora chula, pero él seguía teniendo el mismo aspecto de chulo que cuando era mi  compañero de instituto y nos robó nuestro dinero y nuestras ilusiones.


domingo, 16 de enero de 2022

Ricardo Bofill

Ricardo Bofill falleció el pasado viernes día 14 de enero de 2022 en Barcelona a los 82 años de edad. Todos los medios hablaron sobre este arquitecto famoso desde que era joven, se marchó de España y se hizo mas famoso aun con sus diseños originales, atrevidos y muy personales.  Firmó y presentó a concurso muchos proyectos aunque no todos ellos tuvieron éxito o fueron aceptados. 

Por ejemplo, en la década de los 70 presentó un proyecto para remodelar, en realidad sustituir, el antiguo mercado de Les Halles en París y diseñó un gran complejo comercial de estilo neoclásico por el cual se enfrentó con el entonces alcalde París Jacques Chirac que lo vetó.

Forum des Halles 2006 - No es de Bofill

 El edificio que finalmente se construyó tampoco termina de gustar a los parisinos  ni a las autoridades pero sí a los turistas. Recientemente cerca de este complejo se han levantado dos  edificios unidos por una gran marquesina que "alojan  cuatro nuevos equipamientos culturales: un conservatorio, una mediateca, un centro dedicado al hip hop y otro para el teatro y la danza amateur, la filmoteca municipal del Forum des Images, distintas bibliotecas, una piscina y el cine privado UGC.  EL PAIS  10 Abril 2016  .   Esto tampoco lo hizo Ricardo Bofill.

Pero muchos otros de sus proyectosllegaron a buen término y los podemos disfrutar si viajamos a Marrakech (Universidad Mohammed VI), a París (sede de Cartier, Les Echelles du Baroque, Les Colonnes Belvedere ), a Calpe (Muralla Roja),  Barcelona (Walden 7, Sede del Teatro Nacional, Terminal 1 del aeropuerto, Hotel W/Vela), Valladolid (Centro Cultural Miguel Delibes), Tokio (Shisheido Building),  Montpellier (Les Echelles de la Ville, Antigone), Malaga (Terminal Pablo Ruiz Picasso)...

Aunque yo no viajo mucho he podido conocer algunos edificios suyos. Estas fotos y este recuerdo es mi pequeño homenaje a Ricardo Bofill

Sede de Cartier - París


Terminal Pablo Ruiz Picasso -Aeropuerto Málaga

Hotel W - Vela Barcelona
Terminal 1 Aeropuerto Barcelona


Las barras de la bandera catalana

Santuario Maritxel - Andorra