lunes, 12 de agosto de 2024

Verano de 1974

Subida en una nube

En el periódico EL PAÍS, durante este verano varios periodistas escriben en la última página una crónica de un verano de sus vidas. Puede ser algo feliz o algo no tan feliz. 
Yo también voy a contaros un verano de mi vida porque hace ahora 50 años de aquel verano de 1974.

¨Tenía tantas ganas de ser mayor de edad  que, cuando terminé mi contrato de trabajo en Butlins y pasé tres días en el Albergue Juvenil London Earls Court de Londres,  le dije a la chica de la recepción que tendría que cobrarme un poco más por mi última noche alojada allí porque había sido mi cumpleaños, cumplí los 21, y el precio barato para los menores ya no me lo debería aplicar. Se quedó de piedra, y no puso ninguna objeción y me cobró la diferencia.

El uniforme de kelly, lo que yo era
Es que yo en aquel viaje era tonta de solemnidad, tanto como mi compañera de aquel verano.  Dos bobas medio muertas de miedo que nos atrevimos a vivir la aventura de nuestra vida en una Inglaterra que desde aquí nos parecía el paraíso de los hippies, las drogas, el rock y las minifaldas y pensábamos que la gente joven hacía lo que le salía del alma, porque ellos eran libres, no como nosotros que vivíamos asustados en una sociedad reprimida, pacata y oscura en los últimos años de la dictadura de Franco. Pero sabíamos que solo unos años atrás la gran revolución joven de los años 60, el 'swinging London',  había llenado Londres de hippies porretas y músicos descarados y que aquí estábamos más parados que el tren en Bobadilla.

Maruja y yo nos fuimos a trabajar a Inglaterra con nuestra mezcla de ilusión y de miedo porque era la única forma de practicar y mejorar nuestro pobre inglés. Pero éramos tan ignorantes de casi todo que preparamos el viaje como el que se prepara para ir a Sodoma y Gomorra.  
Para nuestra generación encerrada en cuatro paredes y con un lúgubre futuro por delante, Londres era lo más nuevo, moderno, y exótico a lo que se
Un intenso verano
  podía aspirar, pero nosotras no íbamos detrás de ese sueño. Nosotras, con novio, chicas modositas a punto de terminar la carrera universitaria, solo íbamos a Inglaterra a hablar inglés. ¡Qué cosas pensábamos entonces!

 Como no teníamos mucho dinero y no creíamos que fuera una buen idea hacer un curso en una escuela internas o vivir con una familia, decidimos irnos a trabajar, nosotras que lo más que habíamos trabajado era dando clases particulares a hijos de vecinos o amigos de nuestros padres o la Navidad en que yo trabajé vendiendo bragas y pijamas en la tienda de mis tíos. 

Butliland - Bienvenidos al Paraíso
Así que nos liamos la manta a la cabeza, como hacía mucha gente entonces - de hecho mis amigos de la facultad se fueron de albañiles a una obra a Alemania - y nos fuimos de kellys, de limpiadoras de habitaciones. Pero no a un hotel normal, a un HOLIDAY CAMP.  El Butlin's Holiday Camp de Skegness en la costa este de Inglaterra.  

Nuestro 'campo de trabajo', no de vacaciones

En un aparte os diré que mis amigos en este 'campo de trabajo', estudiantes la mayoría como yo, decían que en aquel lugar había habido un campo de concentración de prisioneros alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Lo parecía. 

Nuestros 'barracones'

La zona donde estaban nuestros 'chalets' o pequeños alojamientos eran unos barracones largos y oscuros donde podrían haber estado los alemanes, pero a mi me parecían perfectos y eso que nuestro pequeño 'chalet' solo tenia dos habitaciones con una litera cada una, una cómoda para nuestra ropa, unas mesitas de noche y un cuarto de baño con retrete y lavabo, pero sin ¡ducha, ni baño!  - Teníamos que utilizar unos baños comunes para las mujeres.  

Pero enseguida me sentí allí como en mi casa. Lo tenía todo:  fotos en la pared, unos carteles, la música de Simon and Garfunkel y muchas risas. 

Allí pasamos dos intensos meses que os contaré despacio en otra ocasión. 

Hoy solo quiero hacer este post, o entrada, de recuerdo porque este verano se cumplen 50 años de aquella fantástica experiencia que parecía que iba a ser una terrible aventura y que acabó siendo para mi uno de los mejores veranos de mi vida.

Claro, que yo era entonces 50 años más joven."  (To be continued)

6 comentarios:

  1. ¡Qué aventura! Me lo tienes que contar muy despacio ;)

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  2. Ya iré contando más capítulos de esta aventura!

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  3. Sí, sí, cuenta, que con esa edad nosotras no podíamos salir de España sin haber hecho el Servicio Social y yo me resistí a hacerlo hasta que se me pasó la edad y me libré.

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    1. Pues ni me libre de la cartilla de racionamiento; de hecho aun la guardo aunque mi padre siempre me dijo que conmigo no loa llegaron a utilizar, ni del Servicio Social obligatorio, y lo hice dando clases particulares a una chiquilla del Barrio de Los Vergeles y hasta algo de la canastilla también hice. Las de la Sección Femenina nos tenían bien atrapadas y yo lo necesitaba para sacarme el titulo de Licenciada o ¿¿era el de Bachiller?? Así que no me libré!
      Pero, bueno, seguiré contando mis aventuras...

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  4. Qué aventura más emocionante, salir de España sin padres y tanto tiempo....Heroína¡¡¡¡

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    1. Tenía que haberme ido más lejos y durante más tiempo. ¡¡Tu si que fuiste valiente!!

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