Mi sobrina Elena decía que su novio tenia menos detalles que un PANDA, y era una queja razonable porque el muchacho era bastante soso y lacio - menos mal que aquel noviazgo duró poco. Lo que sucede es que a mi me gustaba mucho mi PANDA, aunque tuviera pocos, poquísimos detalles y no me hacia gracia que lo compararan con novios mal elegidos.
Mi pequeño PANDA 35, mi primer coche, el que elegí por su simplicidad y por su precio, sí que tenía rueda de repuesto, cenicero y te lo daban con un destornillador que aun conservo, pero no tenía guantera, ni suspensión en el asiento trasero - era un simple cojín apoyado en la chapa del coche- , ni aire acondicionando, ni elevalunas eléctricos, ni radio, ni ninguno de los miles de detalles que ahora tienen los coches.
Mi Panda y mi bici |
Pero a mi me sirvió para ir clase al Instituto de Atarfe cuando aprobé las oposiciones y me servía para llevar a mi padres de paseo al campo a coger flores, a ver a mis hermanos que se habían empeñado en hacerse adosados en las afueras, o a tomar un café en algún merendero de la carretera de la costa o del pantano.
Unos años mas tarde solo llevaba a mi madre, que era valiente de venir sola conmigo, ignorante de todo lo que yo desconocía sobre conducir o sobre la mecánica de un automóvil que yo no cuidaba mucho, la verdad.
. De vez en cuando lo llevaba a lavar la gasolinera, solo porque mi padre me había repetido durante años lo de que - No era digno de una señorita tener un coche tan sucio. Aquello me picaba el amor propio y para el siguiente paseo lo llevaba reluciente como una bombilla, pequeña, claro.
Puesta de sol en el Puerto de la Mora |
Cuando el humo empezó a salir por el capó, ya si me preocupé. Tenia una nube de vapor delante de mis ojos que me impedía ver y tuve que aparcar el coche a un lado de la carretera. Con cuidado, porque esa lección si me la había estudiado, abrí el capó y allí estaba el tapón del radiador caído sobre una pieza del motor y el radiador prácticamente vacío.
No me sentía capaz de solucionar el problema y no existían los teléfonos móviles. Intenté parar uno de los pocos coches que circulaban por la carretera; nadie me hizo caso. Me acerqué a un pequeño cortijo abandonado. Busqué una fuente, un grifo. No había nadie ni nada, pero encontré un pequeño arroyo con agua limpia.
Una bolsa de tela ahora es un tote |
Y con mi bolsa llena de agua en varios viajes pude rellenar el radiador. Esperamos que se enfriara el coche y cuando la tarde ya estaba también enfriándose y oscureciendo volvimos para casa.
Una simple bolsa del bikini |
Fue una buena aventura y ella fue la heroína. Hoy, que he tenido que usar mi ingenio y la bolsa de plástico de mi bikini para llevar agua al rincón de la terraza donde quería limpiar la tumbona porque no tenía un cubo cerca, hoy me acordé de esta historia y os la traigo.
Nunca te acostarás sin aprender algo nuevo y esta noche yo he aprendido que una bolsa de tela es un tote. Está claro que me he quedado antigua...
ResponderEliminarYo tengo un sobrino al que llamamos Tote, su nombre es Rafael, y le hace ilusión ver su nombre por todas partes. Como siempre, lo hemos copiado de los americanos o ingleses.
EliminarMuy divertido tanto tu relato como la aventura. Qué de peleas con los radiadores y coches echando humo hemos pasado todas.
ResponderEliminarGracias. Espero que sea al menos un poco refrescante . ¡Que calor estamos pasando!!
EliminarAnda la que dice desde la playa... Si estuvieras aquí sabrías lo que es bueno.
EliminarEstoy aquí!!!! En la playa ya empieza a haber demasiada gente para mi gusto
EliminarY en la playa, además, me han dicho que está haciendo también un calor como nunca lo han visto.
EliminarEntre el calor, las medusas, las muchedumbres y la mierda, con perdón, que flota en el agua según venga el viento..... se me han quitado todas las ganas de bajar a la playa.
EliminarAquí el calor al menos es seco y no me paso todo el día sudando como un botijo. Es lo que decimos como consuelo. El calor es siempre el calor, ¡claro!
Que tengas un buen mes de agosto
Excelente información.
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