viernes, 17 de diciembre de 2021

Cuentos

Mi viejo libro

EL pasado mes de agosto murió Matilde Vilariño,  una conocida actriz de voz y doblaje, como dice la wikipedia. Fue este verano pasado y me sorprendió saber que aun estaba viva y en activo porque a mi su nombre me sonaba a seriales radiofónicos de los años 50 y 60 y no podía ni imaginar que también hizo muchas otras cosas bien distintas. Además de ser la voz de Periquín, su interpretación mas popular, en el serial de la Cadena Ser, Matilde, Perico y Periquín, fue la voz de Pablito Calvo  en Marcelino Pan y Vino y en muchas otras películas de este pequeño actor y de otros pequeños actores. Pero ¿a que no sabíais que fue la voz de la Abeja Maya?  Por cierto, no confundáis a esta Matilde Vilariño - Periquín, con otra famosa actriz de voz  y doblaje, Matilde Conesa - Matilde en este serial.

El día más feliz

La verdad es que yo nunca llegué a escucharla en la radio en el mas famoso de sus seriales porque en nuestra casa no escuchábamos la radio no se por qué extraña razón si todo el mundo lo hacia en esa época sin televisión, pero me sabia algunos de sus diálogos de memoria porque me leí el libro en el que estaba basado tantas veces que me lo aprendí. Me regalaron este ejemplar de MATILDE PERICO Y PERIQUÍN  para mi primera comunión y lo leí cien veces, me reía con las tonterías de Periquín y lo disfruté hasta que se me hizo pesadísimo y me pasé a las aventuras de los chicos ingleses que en las mas remotas costas, montañas, islas o cuevas en donde se perdían, siempre tenían una buena provisión de conservas y se alimentaban día tras día de carne de lata, melocotón en almíbar o galletas y bebían cerveza de jengibre.

Por eso guardé aquel libro como un pequeño tesoro durante muchos años, cosa que no hice con mis otros cuentos regalados por la primera comunión, aunque los recuerdo tanto como a Periquín: Las Aventuras del elefantito Babar por las calles de París, y el cuento de la pequeña japonesita con un moño atravesado por tres agujas de punto y un precioso quimono de flores que se podía cambiar según pasabas las páginas del cuento. 

No había tantos cuentos en las librerías ni en las casas

No eran tiempos de tener muchos libros ni muchos cuentos. Los mayores tenían tiempo entonces  y siempre teníamos a tía Isabela que nos  contaba cuentos a los sobrinos poniéndonos en corro alrededor de la mesa camilla en los días de invierno, sobre todo si se iba la luz y tenían que entretenernos mientras llegaba la hora de acostarse. 

Ahora yo os contaré mi cuento

Yo sabia que mi viejo libro estaba todavía rodando por la casa de mi madre, en la estantería del cuarto de las niñas, porque me lo tropezaba alguna vez que buscaba algo que leerle a mi madre en las largas tardes de visita. Pero este verano, cuando murió Matilde, lo busqué  porque quería haberle leído a mi madre algunos episodios divertidos, pero  no apareció por ningún sitio. Así que lo di por perdido. Mi madre ha hecho tanta limpieza de los rincones de su casa que no dejó casi nada en su sitio.  Hace años ya empezó a llevar los libros religiosos, que eran los mas abundantes, a su parroquia y los colocaba en la repisa donde el párroco dejaba la hoja parroquial y los carteles que anunciaban las celebraciones religiosas del mes. Hacia eso tan famoso ahora de dejar libros abandonados para que los coja el que quiera. Eso lo inventó ella hace ya muchos años. Otros libros los regalaba a las señoras de la limpieza, a sus cuidadoras. O los ofrecía a los nietos y nietas, que no se los llevaban nunca. 

No se por que extraña razón quería dejar las tablas de la estantería tan despejadas, pero lo fue logrando poco a poco. Así que si no encontraba mi libro no debía extrañarme nada y lo olvidé.

Periquín

Tiene más de sesenta años

Hasta ayer.  Aquí está de nuevo mi viejo amigo Periquín, con mas de 60 años.

Hace justo un año os conté cómo desapareció también en casa de mi madre una caja de polvorones y apareció en el armario donde guarda sus guantes y bolsos viejos. 

Esta vez el dichoso libro estaba escondido  - olvidado- en el armario de la entrada, entre las cajas de tapetes y servilletas de fiesta, esas que solo se utilizan en Navidad. Por eso lo encontré yo. Ella dijo - No se qué vamos a poner en la mesa cuando vengan tus hermanos. No tengo manteles ni servilletas, no tengo nada.   - No te preocupes, algo encontraré por ahí. -dije yo. Y lo encontré, vaya si lo encontré.

 

-No tenemos manteles, dijo


Sabéis que sí, que tenemos manteles, servilletas, platos y aun quedan unas copas desparejadas. Así que espero que podamos estar un rato juntos en estas fiestas y brindemos por que el próximo AÑO NUEVO 2022  sea de verdad mejor

Es fácil desear que el año próximo sea mejor


8 comentarios:

  1. A esto ya llegué tarde, pues como soy más antigua, mis lecturas de niña son también más antiguas.

    http://el-macasar.blogspot.com/2010/02/celia.html

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    1. Buena crónica de tus lecturas infantiles. Me ha gustado mucho

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  2. Bravo. Por cierto a ver si en otra de tus búsquedas encuentras los sombreros y gorros que hacen falta para estas fechas.
    Muy chulo tu texto.

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    1. Estarán en el armario de las herramientas.... ¡Digo yo!
      Gracias!

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  3. Una historia muy bonita y típica de vuestra madre. Me encanta encontrar de vez en cuando estos tesoros escondidos. Y me encanta como los cuentas tú.
    Un besico

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    1. Muchas gracias. A mi me encanta que sigas leyendo mis 'cuentos'. Un beso para ti y los demás. ¡Ojala podamos vernos ene stas fechas!

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