Mi padre decía que la cuesta arriba de la calle Recogidas era demasiado fuerte
para él y en sus últimos años en activo, cuando iba al centro, cogía el 5 en la
parada del cine Capitol aunque fuera
solo para llegar a Puerta Real. A mi
entonces me parecía que exageraba; ahora ya no lo creo así.
Ahí estaban el cine Capitol y la parada del 5 |
Yo creo que no se fía de mis fuerzas, piensa que su silla y ella pesan demasiado y un día saldremos embaladas las tres: ella, la silla de ruedas y yo, por la calle Recogidas abajo y solo nos frenará el tráfico del Camino de Ronda, o peor aún, la circunvalación.
Intento convencerla de que estoy fuerte, le digo que hago ejercicios para fortalecer mis brazos y piernas en el gimnasio y le demuestro mis habilidades conduciendo su silla por algunos recorridos más parecidos a una carrera de obstáculos que a un paseo por esta maldita ciudad.
Barreras infranqueables y acera ridícula |
Una rampa y dos escalones - Con rima y todo |
Digo maldita porque esas maldiciones salen de mi boca cuando bajo y subo la silla a la acera por unas rampas diseñadas por alguien que nunca pasará por ellas ni en/con silla de ruedas ni carrito de bebé.
¡No son rampas, son escalones! |
Barreras urbanas - C/ A de Aragón |
Eso sin contar los pisos rugosos en algunos tramos de las aceras, el escalón que hay que subir/bajar para entrar en la Iglesia de las Angustias, la acera escalonada de la calle Agustina de Aragón donde está su parroquia, las pendientes cortas, pero intensas de algunos cruces, los vados de las cocheras - dónde la silla parece un barco a la deriva-, y otros obstáculos parecidos con los que nos tropezamos - nunca mejor dicho - en nuestros paseos por Granada.
Camino del río Genil |
Ella, mi madre, ya conoce los mejores sitos para
pasear sin ir dando botes en su silla - es cierto que deberíamos haberle buscado
una con suspensión, como una buena bici de montaña -, y por eso sus recorridos favoritos son el camino junto al
Genil, donde nos cruzamos con mucha gente con silla o andador, las anchas aceras del Camino de Ronda después de las obras del metro y la Carrera de la Virgen. Por allí nos paseamos una y otra vez.
Por la Carrera |
En alguna ocasión, si se encuentra con la fuerza necesaria,
anda un rato empujando su silla, como si de un andador se tratara, pero
generalmente va sentada, y cuando la ayudo a sentarse, echo de menos que no
tenga un cinturón de seguridad, un arnés como los de los cochecitos de paseo de
los pequeños. A veces me da mucho miedo que se caiga de la silla, y me entra
pánico de pensar que quizás un día las dos perdamos el equilibrio en una
pendiente y acabemos en el suelo hechas un
ovillo.
Paseo junto al río |
Para que eso no pase le pido que rece a todos sus santos mientras maldigo a las autoridades municipales, que viven en un nivel
superior al resto de los mortales y que NUNCA han tenido que pasear con sillas
de ruedas por las calles de mi ciudad.
Repetimos camino |
Por otra parte tengo que reconocer que en algunos puntos estratégicos de esta ciudad las
rampas son suaves, y apenas se notan, como debe ser.
Pero para eso tenemos que
irnos a la puerta de la Iglesia de la Virgen de las Angustias, y allí, una vez
superado el escalón para entrar o salir de la iglesia, ya si tenemos una suave
rampa para llegar a la Carrera de la Virgen.
Cómo te comprendo, cualquier día protagonizamos un aparatoso incidente.
ResponderEliminar¡Siempre nos quedará la opción de pedirle una buena indemnización al ayuntamiento! ;-)
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