Cala del Pi |
La
primera vez que fui a Mallorca fue la primera vez que conseguí el permiso de mis padres
para hacer un viaje; así que fue la primera vez que
salía de casa sin la familia, que montaba en barco, que me alojaba en un hotel - bueno, en un albergue- y que iba con mis amigas - y con las
teresianas, claro. Nuestra profe era de Palma y conocía la isla y la ciudad
perfectamente. Ella nos organizó un viaje barato e intenso y lo vimos casi
todo.
Nos enseñó la capital, Palma, sus monumentos mas importantes y los
pueblos y enclaves más famosos de la
isla Deyá, Soller, Valldemossa, el Monasterio de Lluch, las cuevas de Artà y de
Drach, donde escuchamos un romántico concierto, la fábrica de vidrio soplado,
la tienda de perlas, Sa Foradada, el templete mirador, Sa Calobra...
Así que me quedó poco por ver para la siguiente visita. O eso creía yo. Entonces me tocó ir de profe, con mis alumnos del Instituto de Atarfe. Esos sí que eran pardillos en lo de salir de casa, tanto que a la vuelta, cuando nos bajamos del avión en el aeropuerto de Málaga, una voz tronó por los altavoces: No sacaremos el equipaje del vuelo procedente de Palma de Mallorca hasta que los señores pasajeros no devuelvan los chalecos salvavidas. Esa fue una de las muchas veces que deseé que me tragara la tierra por culpa de las 'cosas' de los estudiantes. Otra vez fue en Malmo, en un Intercambio, y allí si que me hubiera metido bajo tierra yo misma. Otro día os lo contaré.
Ahora estoy preparando nuestro viaje. Al menos esta vez no nos alojaremos con los guiris folloneros en Magaluf, aunque parece que nuestro hotel también está en una zona de circuitos para turistas. Claro que en las islas es imposible salirse de estos circuitos. Por lo menos en esta ocasión pasaremos más tiempo en Mallorca y me llevaré mi mejor cámara. Creo que ahora las fotos me saldrán bastante mejor.
Traeré fotos para hacer un libro o dos, o tres.
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