Con vistas a las pistas |
Un brindis por un buen viaje |
El aeropuerto de Milán-Bérgamo, cuyo nombre real es Aeropuerto de Bérgamo-Orio al Serio es el aeropuerto para aerolíneas de bajo costo mas importante de Italia y sus instalaciones son mucho mejores que las de la terminal 'low cost' también MP2 del Aeropuerto de Marsella-Provenza.
En nuestro viaje a Sicilia, hace ahora dos años, hicimos escala en el aeropuerto de Bérgamo y tuvimos que esperar varias horas para tomar nuestro avión a Palermo. Tuve tiempo suficiente para pasear tranquilamente por el aeropuerto. Había muchas tiendas de ropa, regalos y juguetes y había restaurantes de todas las versiones de la comida italiana; todos tenían un aspecto fantástico. En el aeropuerto de Marsella solo hay una tienda libre de impuestos, la típica librería con los libros mas vendidos del momento, una tienda de recuerdos y una pequeña cafetería con un mostrador autoservicio que me recuerda siempre al bar del Instituto.
El edificio de Bérgamo tenía
además unos grandes ventanales con vistas a la pista de despegue y aterrizaje aunque los accesos por las escaleras desde la pista sí que estaban en malas
condiciones. Lo de los 'fingers' es un lujo que no nos conceden normalmente a los pasajeros 'low cost' y yo allí la verdad es que no vi ni uno.
Prosciutto - Jamón Italiano |
Nos sentamos a tomar algo, era ya la hora casi de la cena, en un restaurante con mesas altas y taburetes. Apenas pedimos unos vinos, la señora de al lado nuestro empezó a hablar con nosotros en alemán. Le pedí por favor que hablara en inglés que si no, no la entendería nada. Ella tenía muchas ganas de hablar y su marido allí al lado que no decía ni palabra, de vez en cuando se iba de paseo por el aeropuerto mientras ella probaba diferentes vinos que le pedía a la camarera y se comía un plato combinado con cosas que tenían muy buen aspecto. Sin parar de beber y comer charlaba conmigo en inglés por los codos.
Le pregunté a mi nueva amiga por lo que ella estaba comiendo y ella me lo recomendó. Nos tomamos ese mismo plato lleno de delicatessen
italianas: jamón, alcachofas, aceitunas, pimientillos rellenos, rúcula, algo de
queso y pan de semillas. Compartimos Pedro y yo uno de estos platos combinados y pedimos unas copas de vino italiano. Tomamos una cena deliciosa mientras yo seguía escuchando a esta señora rubia y grandota.
Me contó que eran americanos, de Chicago pero vivían en Nuremberg. Iban a pasar unos días a Catania, desde allí irían a Palermo en un coche alquilado. De Palermo a Nápoles viajarían en ferry y de ahí a su casa en avión. Dijo que había pagado 200€ por el coche porque quería una compañía de alquiler americana. No se fiaba de los otros. Me habló de unas vacaciones que habían pasado en un impresionante palacio recién restaurado cerca del rio Mossa. Me confesó que su marido no era aventurero pero ella sí, que ella había estado en Madrid, Barcelona y Marbella.
Cuando nos despedimos, le pregunté su nombre y me dijo que se llamaba Anni, bueno – Anita, la gordita- en español, y se reía de ella misma mientras disfrutaba a tope de la vida.
Ahora que le he recordado este encuentro en el aeropuerto a Pedro, él me ha dicho – ¿Te refieres a la señora grande rubia con el marido más grande aun negro que no paraba quieto e iba cada cinco minutos a ver si salía su vuelo porque temía perderlo??
Y yo me he quedado de piedra porque la verdad es que no me acordaba de que él fuera negro, pero si de lo grande que era.