Os traigo una historia antigua, pero divertida. La he recuperado de mis memorias de profesora, - de eso hace ya unos cuantos años- y esto sucedió en 2005. Entonces yo impartía clases en el Nocturno en la ESA (Enseñanza Secundaria de Adultos) y en Bachillerato.
Los alumnos y alumnas de Nocturno eran todos siempre mayores de 18 años. Los de Bachillerato solían ser alumnos repetidores y siempre con asignaturas pendientes del curso anterior.
Mis alumnos de 2º Bachillerato Y |
Se podría decir que nosotros eramos como una clínica de recuperación para aquella gente que después de varios intentos en el curso normal, en Diurno, no habían podido terminar sus estudios por las razones que fueran.
El caso es que hacían el esfuerzo de venir a clase de 4 de la tarde a 10 de la noche durante todo el curso, estudiaban un poco y hacían los exámenes.
Si ellos no faltaban demasiado a clase, ponían algo de interés y un poco de esfuerzo, nosotros, sus profesores y profesoras, les aprobábamos el curso a veces de manera sorprendente, incluso para ellos mismos.
Clases en el patio |
Por eso algunos de mis colegas decían que había varios
lugares milagrosos en el mundo: Fátima, Lourdes y el Instituto Padre Manjón.
" Aquel año, en la convocatoria de mayo de 2º de Bachillerato yo aprobé a tanta gente que uno de
ellos - Javier Calvo, que solo tenía dos asignaturas suspensas que le impedían sacarse el titulo de Bachillerato: el inglés de primero y, obviamente, el de
segundo y que solo había "estudiado" esas dos asignaturas en todo el curso, cuando vio las listas con las notas en el tablón de anuncios, vino a preguntarme:
- Profesora, ¿ese cinquillo que hay
junto a mi nombre es de verdad?
En realidad quería decir - ¿Realmente
usted es consciente de que no se decir ni 'yes'?
Yo le dije - Sí, ese cinquillo es
tuyo.
Pero en realidad yo quería decir -
¡Vete de mi vista y no vuelvas más. No quiero que me recuerdes que mi trabajo
no sirve para casi nada!"
Malditos exámenes |
La verdad es que ya entonces yo no quería ni pensar en las notas,
ni en lo que aprendían de inglés. Me conformaba con que aprendieran algo de
respeto por los demás, adquiriesen un poco de cultura y tuvieran unos buenos
modales, o 'manners' -¡ya puestos!