domingo, 31 de julio de 2011

Desde arriba

Pablo me ha mandado una foto de su excursión aérea para darnos las gracias a todos por nuestro regalo de cumpleaños y para que podamos compartir un poco de su visión de esta ciudad desde el aire. Aquí tenéis la Alhambra enterita para poder comprobar que efectivamente es como un barco varado en lo alto de una colina. Es una buena foto porque el tubo de la izquierda nos demuestra que estaban dentro de la avioneta. Así se nota mejor la altitud. (Eso dicen los expertos).Nosotros también hemos llegado bastante lejos en nuestras vacaciones y aunque hemos subido un montón de kilómetros, no ha sido por el cielo, sino hacia el norte, y allí también hemos escalado en ciudad y en el campo.
Aquí tenéis la vista desde el faro de Hércules, en A Coruña. Esa es la Rosa de los Vientos.
Y esas tres que saludan desde lo alto de la pasarela-puente somos Isa grande, Isa chica y yo cruzando la ria de Avilés para ir a visitar el centro Niemeyer, que me ha encantado. Eso os lo enseñare otro día. Y las dos ultimas fotos, por ahora, son de la excursión que hicimos a Bulnes ¡andando!!!
Superamos innumerables dificultades: la constante amenaza del mal tiempo, las piedras, la pendiente, el vértigo, un poquito de hambre, y el cansancio de Isa chica 'que no podía dar ni un paso mas'. Pero llegamos hasta el final como los valientes, repusimos fuerzas y bajamos en un funicular-metro, que a Pedro tranquilizó mucho pero que a mi me decepcionó: yo esperaba uno aéreo, desde donde se pudieran seguir contemplando las alturas

sábado, 16 de julio de 2011

Recuerdos

Mi abuela decía que los chicles eran mocos de burra, que la coca-cola era como la zarzaparrilla y que las ajorcas eran unos brazaletes o pulseras con cascabeles que se llevan en los tobillos en algunos bailes orientales.
Mi abuela, la de Linares, sabía muchas cosas y decía cosas muy raras, como lo de los chicles o lo de la coca-cola.
Lo de las ajorcas me lo dijo porque yo no encontraba esa palabra en el diccionario un verano que me leí, en el patio con el fresquito de las tardes a la hora de la siesta, un libro de
Rabindranath Tagore que andaba rondando por la casa. Creo que era el Cartero del Rey. Ella si que sabia lo que eran las ajorcas. A mi nunca se me olvidó.

Y mi abuela también les daba de comer a las gallinas una mezcla de serrín, salvado y agua que hacía en un cubo de zinc y que los nietos echábamos luego en puñadillos por todo el corral mientras ella recogía los huevos y los ponía muy ordenaditos en una cesta para venderlos a los vecinos que no paraban de llegar por su casa en todo el día.


Ahora, que me ha dado por cuidarme un poco, me acuerdo de mi abuela todos los días. Creo que se quedaría de piedra si viera que desayuno lo mismo que su gallinas: un poco de salvado remojado en leche.
A veces pienso que estamos un poco majaras.
¿No os parece??

sábado, 9 de julio de 2011

Se busca piso

Querían un piso con terraza y a ser posible con vistas, bien situado, con transporte público a una distancia razonable. No hace falta que sea nuevo, pero sí que no sea una ruina. Que la calle sea tranquila, que el piso no sea ruidoso.
Con tamaño razonable, ni muy grande, porque no hay quien lo pague, ni muy pequeño, porque no caben ni las personas ni los cosas que se almacenan en cualquier casa.
Que esté bien de pr
ecio: ya sabemos que las gangas no existen y los milagros, pocos.

Que sea alegre.

Ni Elvi ni Ara piden nada del otro mundo: lo nor
mal ¿no?

¡Ojala las dos lo hayan conseguido!!!

lunes, 4 de julio de 2011

Riquísimas comidas

Si la próxima vez que vayamos a Marsella ya no hace estos calores de verano, prometo que me tomaré una maravillosa bullabesa marsellesa. (Esto si que es una aliteración y no las que venían de ejemplo en mi libro de bachillerato de lengua española. 

 Pero mientras bajan las temperaturas, si vais a Marsella no os perdáis estas preciosas ensaladas. 

La de arriba a la izquierda tiene magret de pato (tan francesa ella) y la de abajo se llama "salade paysanne" o sea una ensalada campesina, pero ya sabéis que las cosas de comer en francés saben mas ricas; y esta tiene un poco de todo lo de la huerta, además de queso, jamón y huevo cocido. Buenísima.

Arriba tenéis otro pato típico de Marsella: el alioli, que se hace con verduras y pescado cocidos al vapor mas la salsa de ajo y aceite conocida de toda la vida como 'alioli'.  

Hay muchísimas más cosas ricas para comer: tapenade, aceitunas, vinos, quesos, galletas. 

 Además nosotros tuvimos dos excelentes cocineros que nos hicieron unas riquísimas cenas. Thibaut nos preparó como por arte de magia una quiche buenísima, y al día siguiente, con los productos de la cesta ecológica que reciben cada semana, Elvi hizo una ecológica ratatouille, que es como un pisto pero en francés, para mojar todo el pan (también francés y excelente) del mundo

¡¡Menos mal que hicimos largas caminatas!!!