lunes, 28 de enero de 2008

Siempre nos quedará Casablanca

El sábado pasado apareció entre las brumas, las letras y la Feria del Turismo la ciudad de CASABLANCA en las páginas del suplemento El Viajero del periódico EL PAÍS. 

Para mucha gente CASABLANCA es solo una pelicula famosisima donde  Ingrid Bergman, guapisima, y Humphrey Bogart, fumando como una chimenea, nos emocionaban con su maravillosa historia de amor.
 Para otros, CASABLANCA es una cutre discoteca de Granada de los años 60 que estaba situada en una callejuela estrecha detrás de la Iglesia de San Antón, donde a veces íbamos con la pandilla del colegio a tomarnos una Fanta de naranja, a fumar los primeros cigarrillos y a usar nuestros brazos como escudo con los chicos que querían arrimarse demasiado bailando lento.
 Para algunos con ambiciones obviamente es el destino de sus sueños: ser presidente de los Estados Unidos y vivir en la Casa Blanca. Pero yo no hablo de eso; hablo, como en el articulo del suplemento de viajes, de la ciudad de Casablanca.
 
Y hablo de recuerdos de mucho tiempo atrás, del Año que Vivimos Intensamente y un poco Peligrosamente. Hablo de los paseos por los barrios y medinas de una inmensa y caótica ciudad. Le deuxieme Paris, que decían sus habitantes. 

Hablo de su puerto donde los pescadores españoles, allí retenidos, esperaban durante días a que los armadores pagaran unas multas ganadas a pulso. Hablo de los lugares donde se comía pescado fresco y barato, pero no muy limpio. 
Contra la pared  - April 22nd 2017
La caja metálica de la medina de Casablanca

Hablo de las horas pasadas en la medina vieja regateando por una caja de latón, que aún hoy me evoca el olor y los colores de la vieja medina.
 Hablo de los centollos y de las ostras que comprábamos en los puestos del mercado central y de la Medina Nueva en el Habous, y del barrio del Gautier, donde estaba nuestra casa,  y del Bulevar D'Anfa, donde estaba el Instituto Español, y del Bulevar de la Marcha Verde, del Parque de la Liga Arabe y de la plaza de Mohamed V y de los hoteles de lujo donde yo entraba disimuladamente para poder usar los servicios y de los cafetines donde tomábamos  te a la menta mientras los vendedores ambulantes nos ofrecían huevos cocidos, pajaritos u otras cosas extrañas... 
 
Y también hablo de otra visita mucho mas reciente con Antonio y Lidia, cuando pasamos unos días en Marrakech, otros en Agadir y unas horas en Casablanca. Y fue cuando hicimos estas fotos.
Y ahora el articulo me ha traído todos estos recuerdos y yo quería compartirlos con vosotros.

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